lunes, 25 de julio de 2022

Lo que mata es la calor

 Welcome back a New York Soysola, nos dijo Raj al vernos de nuevo en el aeropuerto.  Sin discutirle esta vez los honorarios, nos dejamos conducir desde Queens hasta Manhattan.
En el hotel estaba esperándonos una valija que habíamos abandonado antes de ir al casamiento. Mala madre! nos dijo al vernos, pero como nosotras no somos muy culposas no nos dimos por aludidas.
La city nos recibió con una ola de calor agobiante, no vaya a ser que pudiéramos disfrutar de algo. Promedio 35ºC a la sombra, con una humedad del 200% . En otras latitudes se lo conocería como sauna húmedo y seguramente sería muy bienvenido, cosa que no estaría sucediendo con nosotras.
Desde la menopausia que detestamos todo clima que supere los 21º C.
Pero vayamos a lo importante. New York, Nueva York, o Ñuiorc para los negados en otras lenguas.
¿Viviríamos acá? Sí. ¿Podríamos mantenernos acá? No. Ni aunque no trasladásemos los dólares a pesos argentinos o uruguayos, esta ciudad es imposible de cara.
Suponemos que si decidiéramos mudarnos, nos convendría venir a vivir solo los inviernos, porque no saldríamos del ofri y la nieve, cosa que para la economía soysolística sería un golazo. Con este calor insoportable, no nos queda mas remedio que meternos en un negocio por cuadra, si no dos, para aprovechar el aire acondicionado, con la consecuente compra al pedo de cosas que seguramente no usaremos en todo el año. Llámese por ejemplo, cosméticos.
Volvamos al hotel. Encontramos nuestra casa en NY. Todos son copados. La mucama que nos tocó en suerte es una latina llamada Gloria, que se la pasa hablando o por teléfono o bien sola.
Y discute todo el tiempo. Es una versión nuestra en portorriqueña. Será por eso que la queremos tanto.
¡El inodoro está despejado! No tiene paredes a los costados, solo las necesarias, buena cosa, porque si no el vecino nos estaría mirando ir de cuerpo, como decían las abuelas.
¿Qué vendría a ser “ir de cuerpo”? ¿El cuerpo se va por el inodoro? ¿Entonces en qué camino? ¿En intestinos? No sé, algún día alguien nos desasnará. Son esas cosas que pensamos cuando estamos muy al pedo. O muy en pedo.
El hotel no solo viene con desayuno, tiene a las 6 de la tarde un bufete con comida y vinos, cosa en la que andamos ahora mismo, por eso nuestras preguntas existenciales con una copa de rosé en nuestra mano.
En este viaje, número no nos acordamos cuánto a New York, nos tomamos, además del vino, la vida como viene. Sin planes. Bajamos, subteamos y en el trayecto decidimos en qué estación bajaremos. Fue así que el otro día terminamos yendo a Ellis Island y a la Estatua de la Libertad, en uno de los días más calurosos del verano. La estatua no se derrite pero ganas de manguerearse no le faltaban, lo firmo.
Otra de las cosas que hacemos y en este caso bienvenido sea el calor, es meternos en los museos. En el MET habremos estado unas cinco horas, parte por los 35ºC, y parte porque nos perdíamos en cada sala, que terminamos viendo no solo una vez, sino hasta dos y tres, porque no encontrábamos la salida. Al que encontramos fue a Agustín Aristarán, alias Rada(gast), del que somos fans en Instagram, y al que cuál cholulas pero idiotas, le dijimos: Hola! Ehhhh, hola!! Ehhhh, te hacíamos acá, jejeje, mientras señalábamos la pantalla del celular con cara de estúpidas.
¡Pero estamos acá! nos responde con toda la lógica del mundo y absolutamente resignado.
Fuimos a Chinatown donde las chinas, tipo arbolito del microcentro están paradas en una esquina, susurrando al paso de los peatones: bags, bags, you want to see bags? 
Las bags, son carteras truchas de grandes marcas, Louis Vuitton, Chanel, Gucci, etc, que en vez de costarte miles de dólares, por unos módicos 50  (ahora no tan módicos) le hacés creer al mundo entero que sos millonaria. Si me ven con una, ya saben…Nosotras no somos Ofelia en Los Ángeles…
Hablando del tema…¿Cuánto tiempo le damos a Batakis hasta verla con una LV?
Sigamos con Yanquiland para no distraer del tema…
En fin, esta es nuestra última semana en EEUU y queremos aprovecharla a pesar del calor.
Mañana por la mañana no sabemos dónde iremos, pero a la nochecita vamos con sobrina Juli al teatro y a cenar.
Miércoles pasearemos antes de terapia, lo mismo que jueves previo a ver Aladdin en Broadway.
Y ya entre el viernes y el domingo, estaremos llorando y empastillándonos, antes de retornar a nuestro país de tránsito, cómo nos recalca migraciones cada vez que vamos a Buenos Aires.
Hasta la próxima que nos veamos cuando nos veamos.
Cheers!




domingo, 17 de julio de 2022

Uber mi buen amigo

 Y llegamos a Chicago tras un vuelo de dos horitas en el que dormimos mejor que en los últimos veinticinco días. Estamos empezando a descubrir la dosis exacta para drogarnos sin que migraciones la detecte.
La ciudad de los vientos, nos recibió con calor y humedad. De viento, nada. Hermosa arquitectura, un río Michigan verde esmeralda, que nada tiene que envidiarle a nuestro amarronado Río de la Plata. El caso sería a la inversa. Que es directamente proporcional, cómo nos enseñaron en el colegio.
El hotel era del estilo del de Boston. Grande. Muy grande. Con gente. Mucha gente.
A diferencia del inodoro de Northampton, acá teníamos un baño gigante, en el que para ir hasta el trono, debíamos caminar media cuadra.
Alguien que nos explique esto. Teniendo un baño de ese tamaño ¿por qué mierda no ponen un bidet? De jodidos nomás…
Seguimos con el conflicto de toallones. En cualquier momento ponemos una fábrica y nos llenamos de guita…o no…qué se yo…
Los porteros tampoco te abrían una puerta ni a palos, con lo cual dedujimos que tienen un SUTHER yanqui con un Víctor Saint Mary. Se rascan el orto pero cobran como presidentes.
Más allá de ellos, la atención del resto era buena.
Sigamos con Chicago…
Para apreciar la ciudad, te recomendamos llevar un antiinflamatorio en la cartera de la dama o el bolsillo del caballero. Mucho mirar para arriba. Los edificios son todos alucinantes y no querés perderte ninguno. O como nosotras, que igual nos perdimos para ser coherentes con el resto de nuestros viajes.
Hicimos el tour arquitectónico en un barco por el río y aunque no le entendimos una goma al guía, valió la pena. 
Nos animamos a la ex Torre Sears, hoy Willis Tower, que no tiene nada que ver con Arnold y su -¿de qué estás hablando Willis?- y subimos hasta el piso 103. 
El ascensor habrá tardado alrededor de un minuto y medio en llegar mientras te iba hablando la misma señora del GPS: en este momento estamos llegando al piso 40; ahora estamos a 250 metros de altura, en pocos segundos llegaremos a los 350 metros, y luego a los 400, mientras nosotras le rezábamos a todos los dioses, a Jehová, Buda Mahoma , Zeus, Eros y a Hermès que le pedíamos una cartera, para que el ascensor dejara de bambolearse y se detuviera suavemente en el piso 103.
Llegamos, recorrimos, y nos tocó el turno de salir al balcón vidriado, con cerramiento reforzados, obvio.
Decinos en qué momento tuvimos la brillante idea de ir ahí? ¿Con qué necesidad?
La encargada de hacernos pasar nos decía: un poco más atrás misis, y nosotras, más atrás las pelotas nena, vení vos acá! Un poquito más misis que la cámara de fotos está allá arriba y así la puede tomar bien. ¿Qué nos va a tomar?¿Las medidas para el cajón por el infarto que estamos teniendo? 
En esos treinta segundos que duró nuestra valentía, nos pasó toda nuestra vida delante de los ojos, mientras nos preguntábamos ¿qué hacemos acá? ¿Y si viene otro avión como el 9/11? ¿Cómo salimos? ¿Dónde está el Rivotril? Pablo!!!!
Acto seguido nos fuimos.
Honestamente ese no fue nuestro único acto de arrojo del día .
Al salir de Willis Tower, decidimos ir a conocer la casa/estudio de famoso arquitecto Franklin Lloyd Wright. Como no nos animamos al tren, bondi y subte, llamamos un Uber.
Viene Terrence, y nos dice ¿usted está segura de que quiere ir ahí? Channn.
¿Si, por qué? respondimos.
Porque quizás está cerrado, sugiere Terry. A esta altura más valía que lo llamáramos así, porque nuestro siguiente pensamiento fue: estamos yendo por la ruta a vaya a saber dónde, con un tipo que no conocemos, en una ciudad extraña, lejos de casa y creemos que corremos el riesgo de ser violadas, asesinadas y tiradas a un costado de un descampado.
No, porque nosotras para pensamientos positivos no nos andamos con chiquitas.
Más aún cuando el señor se ofreció gentilmente a hacernos un mini tour por el barrio a ver las otras casas construídas por Wright. Bah, en realidad, después del tour descubrimos que era eso lo que nos había ofrecido de onda, y no que nos quería asesinar. 
Nos despedimos de Terrence ¿muy agradecidas?, no sabemos, pero vivas y con el himen intacto.
Recorrimos la casa de Wright, aprendimos algunas cosas y también nos enteramos de sus maradoneadas. A veces es mejor no saber el lado oscuro de los genios.
Decididas a volver a la ciudad como habíamos venido, llamamos otro Uber. No, porque a nosotras nadie nos gana de tozudas.
Esta vez vino Darwin. Un mastodonte afroamericano, que así como subimos a su auto, nos empezó a contar vida y obra. Comenzó diciendo que esa noche se iba a Israel, porque hacía scouting para un equipo de básquet de la NBA. Los Chicago Bulls. Ok, pensamos nosotras, nos está contando la última película de Adam Sandler. Lo dejamos seguir hablando. Prosiguió su relato, contando que además hacía ocho años que estaba rehabilitado de su adicción al juego y que había decidido que esa plata la iba a destinar a hacer el bien. Así que erigió un hogar para chicos del barrio donde el había nacido, a quienes les falta una figura paterna/materna. 
Que Shaquille O’Neal y Michael Jordan le habían dado un palo verde cada uno, Apple le había donado no sé cuántas computadoras y el municipio de Chicago le había vendido el terreno por un dólar. Hasta ahí nosotras pensamos, ah reee, con quien te creés que estás hablando? Somos argentinas hermano, venimos del país del chamuyo!
Hete aquí que Darwin peló fotos con los niños, con Jordan y O’Neal y las noticias en los diarios que su hija había entrado en la liga profesional de básquet femenino.
-¿Está sola en Chicago? ¿Tiene amigos acá?-pregunta.
-Estamos solas, no conocemos a nadie.- respondimos.
-Desde ahora usted es mi amiga! dice ese oso gigante con el que ya nos habíamos encariñado.
- De ahora en más cuando vuelva a Chicago, me avisa y mi señora y yo la vamos a sacar a pasear!
Casi nos abalanzamos al asiento de adelante para abrazarlo, pero nos contuvimos.
Llegamos al hotel con un nuevo amigo al que seguramente no veremos nunca más porque así es la vida del turista.
Tras una semana en Chicago, volamos a NY para nuestro último tramo del viaje.
Chicago= 1, Uber=1 , Toallones= 0




domingo, 10 de julio de 2022

Quejate de algo Soysola

 Boston nos recibió con los brazos abiertos, tan abiertos como para abarcar la cantidad de gente que había en el hotel que habíamos reservado.
Súper bien ubicado, eso sí, pero el hotel era un incesante ir, venir y estar de gente. Una especie de 9 de Julio en pleno piquete. Bien vale la comparación porque la mayoría de los huéspedes se concentraban en el lobby y en la puerta de nuestra habitación en el piso 14, que no era 14 sino 13 por la bendita superstición de los yanquis.
Vamos todos a joder a la argentina para que se sienta como en casa!, no se cansaban de decir los mexicanos, indios, italianos anche yanquis. Y ahí estaban, todos paraditos y a los gritos, frente a nuestra puerta, casi como esperando el chori y la Coca. 
Otro detalle, es que a pesar de tener decenas de porteros en la entrada, a ninguno jamás se le ocurría abrirte una puerta, ni aún viéndote arrastrar una valija y media. Llegó el feminismo Soysola, o no te enteraste querida?, decían con una semi sonrisa socarrona.
La propina te la va a dar Magoya, respondíamos nosotras, pero con una sonrisa ampliamente chota.
Boston es una ciudad hermosa. Recorríble a pie. Todo es lindo. Ciudad asociada a la democracia norteamericana, y a la alta alcurnia, gracias a la familia Kennedy, que eran de la zona.
La pandemia y la inflación, porque los eeuuenses, creen que un 8% anual es inflación, esperá que termino de reírme y sigo escribiendo, han hecho estragos también acá. Muchos locales cerrados, mucho homeless como en NY.
A donde no llegó la pandemia bostoniana es a los gimnasios. Tres gym por cuadra llegamos a contar. No es una ciudad par nosotras, decretamos.
Paseamos mucho, vimos mucho arte, y enfilamos para Cambridge, a la famosa Universidad de Harvard. Ahí, con solo verla de afuera, nos arrepentimos de habernos llevado seis materias todos los años, y malograr nuestra inexistente posibilidad de venirnos a estudiar acá. Inexistente, bien decimos, porque ni a Rujele ni a Ioine, se les ocurrió jamás esa posibilidad. Nosotras queríamos que nos mandarán a un internado en Suiza, pero nunca logramos que nos tomaran en serio.
En fin, Boston nos encantó a pesar del hotel, del que olvidamos mencionar que el inodoro estaba en un ataúd apenas más grande y los toallones solo nos cubrían una nalga. 
Alguien que nos explique porqué en el país de los obesos, las toallas son para liliputienses.
Llegó la hora de enfilar para Chicago, avión y Rivotril mediante, confesando que no eran necesarios 0,75 de rivo, pero no pudimos evitar las ganas de tomarlo. ¿Para qué sufrir si podemos pasarla bien en el avión?'.Gracias Pablo por habernos introducido en las drogas legales! 
Boston=1, Hotel =0.


lunes, 4 de julio de 2022

Inodoro y no Pereyra

 Hello world! Hola mundo!
Llevamos en los Iunaited Steits algo así como 13 días y la venimos pasando bomba. Bueno, bomba no es una palabra adecuada en este país, porque con solo mencionarla podemos terminar presas. 
Llegamos a JFK, que insistimos en aclarar, no es CFK, más quisiera ella, después de la alerta roja al pedo, y tanto el de migraciones como el señor de la salida, deben haber olido, cual perros antinarcóticos, la cantidad de Rivotril que llevábamos en sangre, que ambos dos nos hicieron un cuestionario extensísimo sobre porqué, cuándo, cuánto, cómo y dónde estaríamos en el país. Faltó nomás que nos hicieran un ADN rectal.
Habíamos reservado un traslado al hotel, que tras una hora de espera, nos dimos cuenta que nos dejaría plantadas, así que los llamamos, los puteamos en inglés y logramos que nos devolvieran la guita. ¡¡¡Esta es la nueva Soysola!!! ¡Desde que sacamos el registro de conducir que se agrandó Chacarita!
La cuestión ahora era cómo llegar a Manhattan sin que nos rompieran el tujes.
Por suerte, no éramos las únicas en la misma situación así que unimos fuerzas con una chica llamada Leila, y enfilamos a la zona de taxis. 
¿ Jau mach por llevarnos a la Big Apple? le preguntamos a un hindú , al que bautizamos Raj.
Fifty four, 54, nos dice. Y Jau mach por repartirnos en dos hoteles diferentes?, le preguntamos.
Ten, 10, more, nos responde. Guat???? , le decimos nosotras? Es mucho, macho!
Hacenos un descuento hermano, somos dos chicas sueltas en Yanquiland.
¿Discount? No discount Soysola, acá no hay discount que valga porque es tarifa fija, estás en New York baby. Esto no es Aryentain y la mafia de los taxis de Ezeiza! Y ahí nos dimos cuenta que además de Maradona y Messi, teníamos otras virtudes por las cuales ser conocidos en el mundo…
Leila resultó una divina que comercializa fajas reductoras.¡Habernos conocido antes! Mientras nosotros charlábamos, Raj nos seguía sacando cuentas. Ma’am, terti seven cada una, nos decía, entre tanto nosotras intercambiábamos tarjetas.
Está todo ok Raj, relajá y seguí manejando. El indio insistía, terti seven, no too much.
Okey Raj, córtala que si no nos bajamos y el seven te va a quedar terti!
Llegamos cada una a su destino, compromiso mediante de seguirnos en redes.
New York acusó recibo de la pandemia y la inflación. La de ellos y la nuestra. Mucho negocio cerrado, mucha mugre, mucho homeless.
 En el 2019 cada dos pasos oías hablar en porteño, en cordobés y te podría decir que hasta en salteño y santacruceño.
Hoy, poca gente en los negocios, mucha en la calle. Mucho italiano, español, brasileño, americano y canadiense, los chinos y los rusos no vinieron por razones obvias, pero sudacas como nosotros, pocos. 
Soysola, vos no entendiste nada! Nuestra economía está creciendo tanto, que la gente prefiere hacer turismo interno y seguir apostando al país! Discúlpanos Alberto por la ignorancia…
Dejamos New York por el momento, y enfilamos a lo que vinimos a hacer. Ir a un casamiento. 
Tren a Northampton, varadas una hora y media en Springfield, todavía no supimos porqué, ya que el señor encargado de dar las noticias por altavoz, hablaba un inglés desconocido para nosotras, y seguramente para Miss Annie que nos enseñó, también.
Llegamos al hotel, de estilo señorial del siglo pasado, una habitación enorme, pero cuando nos asomamos al baño, descubrimos que el inodoro estaba encajonado entre dos paredes. Medimos el ancho y temimos no entrar…Lo logramos… pero te la regalo cuando tengas que limpiarte el upite. Ahí te quiero ver! Desde el mismísimo momento en que lo intentamos, el sanitario pasó a denominarse: inodoro ataúd. ¿Será que algún pariente de Drácula fue el diseñador?
Ni que hablar que el yanqui cree que el bidet es un bebedero ridículamente puesto en un baño.
Mañana partimos hacia Boston en donde ya hicimos una investigación sobre dónde está ubicado el trono en nuestro próximo alojamiento. Todo ok.
Manhattan=1 Soysola=1
Northampton =10, Inodoro=0,

.