Un mes es lo que tardamos en aclimatarnos a la realidad, para tener que volver a Buenos Aires a padecer un poco más.
¿Queremos ir? No. ¿Debemos? Sí. ¿Soñamos con volver a Punta? Absolutamente.
Cuando estábamos empezando a disfrutar de nuestra nueva libertad, llámese auto, subimos a un bondi y enfilamos para Montevideo.
Llegamos al hotel, hermoso, y descubrimos la gloria en nuestra habitación. Un inodoro inteligente al que obviamente bautizamos con el nombre de pila de la Gaynor.
Gloria tiene un asiento calentito para estas temperaturas gélidas del invierno uruguayo, botones para lo que se te ocurra, y dos tipos de chorros para limpiarte el tujes.
Le falta cantar y tiene todo lo que un ser humano podría desear.
En el futuro, cuando Argentina se normalice, (esperá que se me pase el ataque de risa que me genera la boludez que acabo de escribir) y logre vender mi departamento en BA, me compro un Gloria y lo pongo en mi nuevo hogar yorugua.
De ahora en más nuestro objetivo dejó de ser Shorsh, para ser Gloria el inodoro.
Con qué poco nos conformamos ¿no? Eso se llama adultez.
Hablando de eso…
El otro día fuimos a almorzar al muelle, que tanto nos gusta, y en menos de lo que canta un gallo nos llamaron viejas y gordas.
Pasamos a relatar la situación post plato principal.
Moza:¿Le gustaría ver la carta de postres?
Soysola: no, decinos qué hay.
M: hay peras al vino, algo que elige mucho la gente mayor… volcán de dulce de leche, key lime mousse, o una ensalada de frutas porque quizás quiere una opción light…
S:……… (perpleja). Traénos un cortado y a tu mamá para que la putiemos un rato.
Así y todo pensamos seguir yendo a almorzar ahí, a lo mejor tanto hablar con esa moza logremos bajar de peso.
Hasta la vista gordi!