Mi-a-mi
No sé para qué me gasto intentando hablar en inglés, si el 95% acá habla español y el otro 5 se divide entre brasileros y rusos. Yanquis go home, esto es la madre patria.
Mis días en Mi Ami Bich transcurren plácidamente ente Epicure, donde desayuno, la playa y el Aventura Mall. No es que quiera, es que acá no hay mucho más para hacer. Todos me dirán, ¡cómo! No fuiste acá, o allá! No, no fui místeres, porque una cuadra mide tres kilómetros, y como no manejo, para todo me tengo que tomar taxi o bondi, y tengo pánico de perderme. Además vine a descansar y tomar sol. Para pasear me voy a Europa.
Ok.Ya voy a ir. Hoy fue mi primera experiencia en colectivo, y aún tengo dolor de cuello por estar estirándome en cada cuadra para ver si habíamos llegado a la 172 y Collins.
Si yo sé contar, porque en el colegio me enseñaron, ¿decime por qué no confío en mi conocimiento matemático, y le pregunto a la vieja cubana de al lado, en cada cuadra: ¿después de la 184 me toca bajar? No, me dice la señora, ya mirándome con cara de esta mina es definitivamente una boluda. Después de la 184 viene la 182, usted se baja en la 172. Cuando vea el cartel de la 174, entonces ahí tire del cordel para que el chofer pare.
Mañana me animo a South Beach. Espero que esté doña Cuba libre para guiarme.
Shopping y más allá la inundación.
El Aventura Mall, es una ciudad. Es la Torre de Babel misma. Menos inglés, escuchas hablar en trescientos cuarenta y cinco idiomas.
Lo maravilloso de este estado de la Florida, es que mientras hacés la cola para pagar, la de adelante mantiene una conversación por teléfono que suena así: Yes, I told you que sí! If you are not going to escucharme, entonces I'm gonna hang the teléfono. Que no chico, I told you que no! How many times te lo tengo que decir?
Me hizo acordar a cuando era chica, que mi viejo nos hablaba un poco en yidish un poco en castellano. Al fin, que en todos lados me siento como en casa. Yo vendría a ser una especie de ente multicultural. Si ayer le entendí al tachero que debía ser africano, es porque entiendo cualquier idioma. El tipo me quería decir algo de que había hecho tres viajes a no sé dónde, y hablaba así: I tell you ma'am, if you wanna know, I guen twee times. ¡Hasta que entendí qué mierda quería decir guen twee!! Three!! Tres!! El resto del cuento me lo imaginé, porque Yogurtu hizo un monólogo sólo comprensible para él mismo. Soy políglota pero no tanto.
Thank you ma'am, Thank you sir, goodbye y si te he visto no me acuerdo.
El resort.
Mis amigos en el lugar son los trapitos del edificio, cubanos y peruanos, los playeros, cubanos y cubanos, y el arreglatutti uruguayo. Y Kamille, la recepcionista, jamaiquina. El resto deben ser argentinos disfrazados de norteamericanos.
Los huéspedes, brasileros, argies, más argies y rusos. Nadie te da bola.
Los argentinos hablan fuerte, los niños brasileños lloran, y las rusas prendidas al celular todo el día.
Las rusas.
No les entiendo un carajo cuando hablan, porque sólo lo hacen en ruso y yo llegué hasta spasiva nomás. Están todas hechas. Rubias, tetas de siliconas, labios Betty Boop, culo parado sin celulitis, pero no son perfectas. Tienen juanetes. ¡Tomá pa vos! ¡A mí me vas a querer hacer sentir deforme! Yo tendré el culo de una morsa, pero mis pies son desjuanetizados.
Los tacheros.
Nota para el alcalde de Miami: acá los tacheros tienen permitido hablar por celular y comer mientras manejan. Obligar a usar aromatizante de auto para eliminar el olor a fritura y chivo eau de toilette.
A diferencia de Buenos Aires, la mayoría de los taxistas no te hablan. Se hablan a sí mismos. Vos vas un poquito asustada, no sabiendo si están locos, si te están puteando en turkmenistaní, o directamente si vas a llegar a destino sana y salva.
Miamiland, es muy grande. Todo es enorme. Las autopistas, los shoppings, los supermercados, las zapaterías, los edificios, los ascensores, algunos culos, y muchas panzas.
En definitiva, por más hermoso que es el color del mar, EEUU no es mi lugar en el mundo, a menos que venga GC y me diga, nena quedate conmigo. Ahí sí, lo pienso.
No sé para qué me gasto intentando hablar en inglés, si el 95% acá habla español y el otro 5 se divide entre brasileros y rusos. Yanquis go home, esto es la madre patria.
Mis días en Mi Ami Bich transcurren plácidamente ente Epicure, donde desayuno, la playa y el Aventura Mall. No es que quiera, es que acá no hay mucho más para hacer. Todos me dirán, ¡cómo! No fuiste acá, o allá! No, no fui místeres, porque una cuadra mide tres kilómetros, y como no manejo, para todo me tengo que tomar taxi o bondi, y tengo pánico de perderme. Además vine a descansar y tomar sol. Para pasear me voy a Europa.
Ok.Ya voy a ir. Hoy fue mi primera experiencia en colectivo, y aún tengo dolor de cuello por estar estirándome en cada cuadra para ver si habíamos llegado a la 172 y Collins.
Si yo sé contar, porque en el colegio me enseñaron, ¿decime por qué no confío en mi conocimiento matemático, y le pregunto a la vieja cubana de al lado, en cada cuadra: ¿después de la 184 me toca bajar? No, me dice la señora, ya mirándome con cara de esta mina es definitivamente una boluda. Después de la 184 viene la 182, usted se baja en la 172. Cuando vea el cartel de la 174, entonces ahí tire del cordel para que el chofer pare.
Mañana me animo a South Beach. Espero que esté doña Cuba libre para guiarme.
Shopping y más allá la inundación.
El Aventura Mall, es una ciudad. Es la Torre de Babel misma. Menos inglés, escuchas hablar en trescientos cuarenta y cinco idiomas.
Lo maravilloso de este estado de la Florida, es que mientras hacés la cola para pagar, la de adelante mantiene una conversación por teléfono que suena así: Yes, I told you que sí! If you are not going to escucharme, entonces I'm gonna hang the teléfono. Que no chico, I told you que no! How many times te lo tengo que decir?
Me hizo acordar a cuando era chica, que mi viejo nos hablaba un poco en yidish un poco en castellano. Al fin, que en todos lados me siento como en casa. Yo vendría a ser una especie de ente multicultural. Si ayer le entendí al tachero que debía ser africano, es porque entiendo cualquier idioma. El tipo me quería decir algo de que había hecho tres viajes a no sé dónde, y hablaba así: I tell you ma'am, if you wanna know, I guen twee times. ¡Hasta que entendí qué mierda quería decir guen twee!! Three!! Tres!! El resto del cuento me lo imaginé, porque Yogurtu hizo un monólogo sólo comprensible para él mismo. Soy políglota pero no tanto.
Thank you ma'am, Thank you sir, goodbye y si te he visto no me acuerdo.
El resort.
Mis amigos en el lugar son los trapitos del edificio, cubanos y peruanos, los playeros, cubanos y cubanos, y el arreglatutti uruguayo. Y Kamille, la recepcionista, jamaiquina. El resto deben ser argentinos disfrazados de norteamericanos.
Los huéspedes, brasileros, argies, más argies y rusos. Nadie te da bola.
Los argentinos hablan fuerte, los niños brasileños lloran, y las rusas prendidas al celular todo el día.
Las rusas.
No les entiendo un carajo cuando hablan, porque sólo lo hacen en ruso y yo llegué hasta spasiva nomás. Están todas hechas. Rubias, tetas de siliconas, labios Betty Boop, culo parado sin celulitis, pero no son perfectas. Tienen juanetes. ¡Tomá pa vos! ¡A mí me vas a querer hacer sentir deforme! Yo tendré el culo de una morsa, pero mis pies son desjuanetizados.
Los tacheros.
Nota para el alcalde de Miami: acá los tacheros tienen permitido hablar por celular y comer mientras manejan. Obligar a usar aromatizante de auto para eliminar el olor a fritura y chivo eau de toilette.
A diferencia de Buenos Aires, la mayoría de los taxistas no te hablan. Se hablan a sí mismos. Vos vas un poquito asustada, no sabiendo si están locos, si te están puteando en turkmenistaní, o directamente si vas a llegar a destino sana y salva.
Miamiland, es muy grande. Todo es enorme. Las autopistas, los shoppings, los supermercados, las zapaterías, los edificios, los ascensores, algunos culos, y muchas panzas.
En definitiva, por más hermoso que es el color del mar, EEUU no es mi lugar en el mundo, a menos que venga GC y me diga, nena quedate conmigo. Ahí sí, lo pienso.
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