viernes, 18 de diciembre de 2015

Dealer de quereres

Ya sé. Me extrañaban. Yo no. No me extraño para nada.
Tras un arribo demorado, hemos llegado como cuando nos fuimos de España. Con una mano atrás y otra adelante. El Black Friday nos dejó culo p´arriba.
Tuvimos varias revelaciones en esas doce horas varadas en Miami. Una, la quetiapina sí hace efecto. Dos, somos capaces de resistir altísimas dosis de drogas prescriptas , tres, seguimos teniendo pánico a volar y cuatro, el desdoblamiento de personalidades dura lo que un suspiro. Nueve horas. Lo que dura el efecto de los psicofármacos. Yo y mis otros yos, nos separamos por un rato, y al aterrizar en Ezeiza volvimos a rejuntarnos como piara enjaulada.
Una semana con la cabeza llena de mocos, no nos dejó sentarnos a escribir. Bue, mocos...ahora se le llama así a la unineronalidad adquirida al nacer.
Llegamos justo para la asunción de Mauri, quizás fue eso lo que nos enfermó y no el aire acondicionado del avión.
Recuperarse de un viaje de casi un mes, lleva por lo menos un mes más. Esa es la excusa que nos pusimos para no hacer un carajo. Si bien el viajar es un placer, como dice Pipo Pescador, nosotras seguimos insistiendo en que es un trabajo que debería ser más que bien remunerado. Y más en nuestro caso, que nos exponemos a ser detenidas por la policía canina de los aeropuertos, al transportar dentro de nuestro organismo, altas dosis de Rivotril.  Nosotras te llevamos pasta como para abastecer a todos los panicosos de los vuelos mundiales. ¡Otra que Moria y el gramo y medio de cocaína! Nos, podríamos jactarnos, que en el caso de ser detenidas, nuestra condena no bajaría de los ocho años, dos meses, catorce días, quince horas, cuarenta minutos y veinticinco segundos. Por las dudas evitamos el Expreso de Medianoche.
Quizás la falta de deseo sexual que andamos experimentando por estos días, no sea a causa del estrés, sino a la sobredosis de tranquilizantes. Nos duerme todo. Hasta la líbido.
Con decirte que nos da lo mismo si Shorsh y Almohadina tienen hijitos o se toman todos los Nespressos del universo...
Estamos entrando en la etapa pre cumpleaños, navidades, fin de año y servicios afines. O sea, en la época de depresión masiva.
Ya que estamos y adelantándonos a nuestro cincuentenario, vamos a ir haciendo un par de pedidos, por las dudas que el doce de enero estemos tan empastilladas que no nos acordemos de nada.
Quiero bailar el minué en puntas de pie, para sentirme Maya Plisetskaya durante la muerte del cisne.
Quiero botas de caña alta para salir a pescar panaderos en el aire, un verano del 70.
Quiero el escote en la espalda infinita, donde se pierdan tus ojos durante el deshielo.
Quiero el sinsabor del olvido al dolor del desamor.
Quiero la insensatez de la adolescencia, la seguridad de los años vividos, a la decrepitud del alma.
Quiero la noche estrellada de Van Gogh y los acantilados de Escocia.
Quiero aparecer y desaparecer como por arte de magia, decir Hocus Pocus y que una moneda salga por detrás de mi oreja.
Quiero ser niña de nuevo, para poder seguir teniendo ganas de ser grande, y no ser una pobre mina añorando su juventud.
Quiero allá por el río Tajo y el toro Carambolas. Quiero a Vashington, Visky y Kavasaki y a la Babaiaga.
Quiero a mis muertos vivos, y a los otros que descansen en paz.
Quiero no querer tanto, porque de tanto querer se me parte el alma.





miércoles, 2 de diciembre de 2015

Black Friday o Black Frida

Bye, bye New York, aló Presidente. Porque Miami es Venezuela, Brasil, México, Puelto Lico, Honduras, Cuba y Argentina. Es la nueva República Bananera made in USA. Bueno, nueva, lo que se dice nueva, no es. Sí es la nueva Moscú. Mucho ruso y no de los nuestros. Estos son rusos posta. Vienen llenos de rublos mal habidos (dice la prejuiciosa). No te hablan una palabra en inglés, pero coparon la parada. Playa, bares, restaurantes, beach resorts, Louis Vuitton, etc. Los distinguís porque son blancos, blaaaancos. Como los que Luisito D´Elía odiaría.
Y entre medio de todos ellos, nosotras. Frida que cuaja bien con los rusos porque es blanca siberiana, y nosotras, que no combinamos con nada. Ni con las cortinas.
Tras una maravillosa, pero agotadora estadía en Nueva York, Miami se suponía iba a ser el paraíso del descanso. Niet. Hete aquí que niet.
Ocho días ocho de lluvia y viento. ¡Queremos nuestra plata de vuelta! ¡Devuélvanos Miami como lo conocíamos! El cambio climático no solo trajo a los rusos, también mucha lluvia.
Por ende, nuestros días transcurrieron entre el bondi y el shopping. O sea, del hotel al bondi, del bondi al shopping, de shopping al bondi, del bondi al hotel.
Bueno, también festejamos, como dice Frida, el Día del Pavo o Thanksgiving. Pero el mayor festejo fue el famoso Black Friday, que para nosotras, fue black monday, tuesday, wednesday, thursday y friday. Todo rebajado. ¿Cuánto querés? ¿El 50%?¿El 75% de rebaja? Era el deme dos de los argentinos en Miami del año 77. La gloria. Con decirte que hasta nos compramos zapatillas...ZA-PA-TI-LLAS.¿Para qué carajo queremos nosotras ese calzado inútil? Pero estaban baratas, y nosotras la palabra descuento la llevamos en la sangre. Y ni te cuento Frida. Labura en el Once, así que está acostumbrada a que le regateen, y tenía que poner en práctica lo que aprendió durante todos estos años en el Eleven.
Lo divertido era vernos todas las noches, pesando las valijas a ver si no nos habíamos pasado de peso en el equipaje. Creo que si no sacamos músculo, es porque definitivamente no tenemos. También entendimos porqué Frida no engorda como nosotras. Ella es experta en esos menesteres. Se la ve acostumbrada. Está para los próximos Juegos Olímpicos. Si se inventara la categoría, Frida traería la medalla de oro en Levantamiento de Valijas.
Buena compañera de viaje. Ya la estoy extrañando.
Como nos quedaba un día sandwich, decidimos venirnos a Cayo Hueso, o Key West. Madrugón a las 5 de la matina, salida a las 6 a.m. Cinco horas de viaje para llegar a Villa Gesell. Porque esto es Villa Gesell. Mucho hippie, mucha barba, mucho alcohol, mucho negocio de artesanías. La diferencia es que acá no hay gente joven. Son mayorcitos. Digamos...todos los que sobraron de Woodstock y no pudieron volver porque el porro no los dejaba orientarse, cayeron acá en Cayo Hueso.
Otra particularidad de Key West. Los gallos andan sueltos por la calle. Deben ser sagrados como las vacas en la India. Mañana averiguaremos.
Así y todo como nos quejamos, ya encontramos el reemplazo de Shorsh. El barman del puerto. Sólo por él nos quedaríamos a vivir acá. No tenía pinta de hippie y nos hizo un daikiri sin alcohol. Era asqueroso pero no nos importó nada, porque Shorsh II, así lo bautizamos, nos sonrió y nos habló!!
Tenía anillo de casamiento, pero siempre puede enviudar. No perdamos las esperanzas.
Y acá estamos, añorando Juramento, nuestra cama, el ruido de los bondis, los putos partidos en River...mientras disfrutamos del paraíso perdido en el tiempo, porque a nosotras no hay poronga que nos venga bien.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Shop in the IUESEI

Últimas horas en Nueva York, como Cristina en la Casa Rosada.
Nos fuimos con la señora como presidente, y volvemos con el Mauri como jefe de gobierno nac y pop. En realidad no volvemos. Todavía seguimos de viaje unos días más. Hay que hacer acopio de fuerzas para los próximos cuatro años.
Y acá andamos...ñuyeorkeando.
Los cinco primeros días acompañadas por unos amigos, y los restantes por nuestra hermana de la vida. Estamos festejando los pre-50 y nuestros 41 años y medio de amistad. Como somos económicas, te juntamos los dos festejos en uno.
La muy guacha llegó para cagarnos al único hombre que nos hablaba en Ñuyork. El portero del hotel.
A nosotras nos veía y muy amablemente nos decía, "buenas noches señora, que descanse". Llegó Frida y el tipo ahí nomás le tiró un : "buenas noches mi reina". No. No tiene un título de nobleza, por si se lo están preguntando. Es Frida a secas. La adoramos, pero es nuestro karma. Tampoco podemos ir a por el conserje porque a él también ya lo sedujo, aunque es gay.
Pero vayamos a lo que nos compete. La Big Apple, la Gran Manzana. O la Big Mac.
Acá nuestro lema es: todo lo que se ve, se come, y todo lo que nos entra, se compra.
Los talles abundan en números insospechados, por ende, nuestras cachas andan felices por las calles de New York. Es como si nuestro universo de pronto se hubiese iluminado, como cuando Dios hizo la luz. Él creó las aguas y el cielo, y también H&M, Macy´s y Banana Republic. Sí señores, nos hemos vuelto creyentes. Somos devotas de San T.J.Maxx, de San Uniqlo de las Nieves, y Santa Diane Von Furstemberg de los Vestidos de Cocktail. Alabado sea Dior!
Así como los talles son extra large, los platos de comida, no lo son menos. Carmine´s es el paraíso del morfi. Con un plato de pastas comen cuatro flacos o dos gordos. Nosotras que somos más de tres, imaginate...
Los subtes. Ya tuvimos nuestro primer encontronazo con la boletera. Nos puteamos mutuamente, ella en un perfecto inglés, y yo en un excelso castellano antigüo. Pero llegamos a destino.
Nos movemos sólo con el subte 6. No te sabemos hacer combinaciones, así que todo lo que sea en línea recta, te conocimos. De Harlem hasta Wall Street sin escalas. Bah, hicimos las escalas para poder decir que conocimos algo de la ciudad y no sólo los túneles subterráneos y sus habitantes, los homeless que duermen parados o los que te miran y te dicen: ¿guat ar iu lukin maderfaker?. Por las dudas vos mirás al piso silbando bajito.
Hoy nos animamos y fuimos hasta Brooklyn. Cruzamos el puente caminando...(nota al constructor: es un poquito largo. Sacando 300 metros está bueno igual, y cansa menos)
Otra cosa. Acá la luz debe ser muy barata...Todo está prendido las 24 hs del día. Ta bueno para instalar el taller con los hornos...Si Tiffany´s tiene toda su fachada llena de lucecitas navideñas, ¿cuántos nos puede salir una horneada?
La única contra , es que estás en el mismísimo centro del universo. Con los ataques del ISIS en París, Nueva York está en alerta y nosotras en el medio.
Queríamos ir a Broadway a ver un musical, y dudamos un par de días, hasta que nos dijimos: má si, si volamos, que sea viendo El Rey León! Y allá fuimos. Meadas de frío y cagadas de miedo. Todos son sospechosos hasta que demuestren lo contrario...ah!¿No era así? Nos palparon, nos revisaron y nos metieron un dedo en el tujes cuando tuvimos que pagar las entradas. Nosotras sospechábamos de dos mujeres con pinta de unabombers, pero Frida nos decía: tienen esa cara porque están cansadas como nosotras! No las prejuzgues! 
Por las dudas nos alejamos, y nos sentamos al lado de un japonés que se la pasó tosiéndonos encima, y haciéndonos pensar si no hubiese sido mejor volar por los aires a morir en una guerra bacteriológica.
En fin, que nuestra estadía en New York, ha tenido de todo un poco. Nos convertimos en Pepinucho Coliflor, caminando todo el día. Hemos llevado nuestro inglés a niveles insospechados de incomprensión lingüistica, comimos sandwiches de pastrami, cupcakes y cheesecakes a reventar. Subimos al Top of The Rock, nos perdimos en Central Park y nos matamos de risa de cualquier cosa. Conocimos museos, pequeños, medianos y grandes y reforzamos nuestra amistad, a pesar de parecernos a los dos viejos gruñones de los Muppets.
Ahora, nos esperan las olas y el viento sucundún, sucundún, y el frío del mar. Miami, allá vamos, en la primera aventura en compañía.





domingo, 15 de noviembre de 2015

Ñu Yor Ñuuu Yor

Jueves 12 de noviembre y diluvia en Buenos Aires. Arriba y abajo.
Nosotras tenemos un avión que tomar. Y si hay algo a lo que le tememos más que a volar, es a volar con tormenta. Rivotril 1.
Pasa Daniel a buscarnos. Como siempre.
Rivotril 2.
Una hora y media en la General Paz, que de paz no tiene nada, para llegar al reputísimo Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Rivotril sublingual 1.
Llueve también en Ezeiza, porque Ezeiza está en Buenos Aires y en Buenos Aires llueve en todos lados. Arriba, abajo, al centro y adentro.
Check in rápido. Primer whatsapp al psiquiatra. ¿Pablo, cuántos miligramos puedo tomar? Silencio en el celular. Va Rivotril sublingual 2, porque nosotras no te tenemos paciencia para esperar a que el psiquiatra termine de atender a otro loco.
Pre-embarco lleno de sospechosos. Porque con casi 2 miligramos de Rivotril y 0,50 de quetiapina todo el mundo parece sospechoso.
Segundo whatsapp al psiquiatra. Pablo, sigue lloviendo mucho.
Cuarenta minutos después cuando ya había parado, responde Pablo: subí, subí que no pasa nada. Te lo juro.
Yo: bueno, intentaré creerte. Rivotril sublingual 3.
Llegan Roxi, Humber y Jero. Jerónimo alucinado porque es la primera vez en su vida que ve a alguien tan drogado.
Subimos al avión. Pasamos por donde se sientan los ricos, y aunque ponemos cara de "tengo pánico y en cualquier momento te armo una escena de terror" no logramos que la azafata con cara de orto se apiade y nos dé un asiento en bussiness. Así que marchamos a nuestro mísero lugar de turista.
Va rezo del viajero, beso a la foto de papá, pedirle que nos cuide, y el último Rivotril de la noche.
Despegamos, o eso creo...bah, evidentemente en algún momento despegamos ,aunque yo no me acuerde. 
Nos despertamos al grito de ¿chicken or pasta? Que vendría a ser lo mismo que el famoso pasta o poio, pero en yanqui.
Pasta decimos. Comemos dos fideos inmundos, y agarramos el Bonobon que venía de postre. Ahí quedó. En nuestra mano, Sólo recordamos haberlo tomado entre los dedos, para evitar que la azafata nos lo sacara mientras dormíamos. Así que dormimos con un bombón en la mano, imágen patética si las hay. Y sí, las hay. Hay evidencias. Humberto tiene la foto.
Aterrizamos en New York. Otra hora de viaje en taxi los cuatro, pero esta vez sin putedas.
Día uno,  aquí estamos, en la Gran Manzana. Hotel en zona pipí cucú, con la única contra de que está demasiado cerca de Saks Fifth Avenue, una de las tiendas más caras. 
Ya te entramos en todos los negocios de la Quinta Avenida, y reforzamos la idea que sí o sí, es Shorsh el hombre que necesitamos. O cualquiera que tenga la misma cantidad de millones que Shorsh. Ahora ya no nos importa cómo se llame. Puede también llamarse Robert, Bradley, Brad, o Angelina. Lo que queremos es alguien que nos garpe un anillito de Tiffany´s. El amor va y viene, los brillantes son para siempre.
Día dos. Ya estamos re cancheras, y nos sentimos como en casa. Vamos y venimos caminando como si hubiésemos vivido acá toda la vida. Cabe aclarar que hay algo que nos facilita la existencia. Todo el mundo habla castellano, y el que no, habla un inglés peor que el nuestro. Acá no hay yanquis, acá somos todos extranjeros. El granero del mundo! Ah! No! Eso se supone que es Argentina.
En casa no te caminamos ni para ir a la verdulería de al lado. Acá, pateamos desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche. Si así no adelgazamos, y nos baja la glucosa, entonces mátenos con cupcakes.
En lo que va de la estadía, ya te comimos coliflor aunque lo detestamos, usamos el subte, nos cruzamos con homeless locos que gritan y putean,  escuchamos sirenas de bomberos cada dos minutos y medio y conocimos un amigo del Facebook que de casualidad encontramos en la calle. Como en las telenovelas ¿vió?
Mañana será otro día... otro día de seguir mirando tujes turgentes de hombres hermosos. Y como acá la gente anda como se le canta el culo, mañana salimos con un cartel colgando que diga: buscamos novio, millonario, en lo posible judío, y si no lo es, nos da lo mismo, mientras venga con el Tiffany´s debajo del brazo.




sábado, 7 de noviembre de 2015

Brodguei allá vamos

Jelou, jau ar iu? Empezamos a practicar nuestro inglés. Se viene una nueva aventura esta vez no en solitario.
Andamos llegando a la edad madura, y nos vamos de viaje de egresados. Estamos egresando de los 40. Se nos terminan. Todo lo bueno acaba pronto, dicen. No justamente para nosotras, que fue una etapa absolutamente olvidable. Nos dejaron, dejamos, nos dejaron, dejamos y así sucesivamente. Después nos convertimos en Soysola mucho gusto. Para qué andar desilusionando humanos, ¿no?
La gente te dice que los 40 son lo mejor, pero es mentira. ¡Tenés 40! ¡No tenés más 30! O sea, jamás puede ser lo mismo, y mucho menos puede ser mejor.
Pero ¿para qué hablar de los 40 si estamos a punto de entrar en los 50? La década dorada. ¿Dorada para quién? Para el Oscar nomás, que tiene mil años y sigue igual que cuando lo crearon.
Nosotras no estamos igual que cuando nos crearon. Tenemos cincuenta años más, la putamadrequeteremilparió. No es chiste. Son muchos.
Si antes nos costaba conseguir novio, imaginate ahora. Argentina elige, Soysola no tiene opción.
Hace unos años, mal que mal te la rebuscabas. Boliche, pub, playa. Ahora el recorrido de levante es geriátrico, plaza, cementerio.  Y te digo que así y todo está difícil. El que no está casado es gay, y el hetero que te queda, acaba de enviudar o tiene una colostomía.
Por eso ahora hemos decido ampliar horizontes. Vamos en busca de un "senior" yanqui. A lo mejor tenemos suerte. Esos están mejor cuidados. Nosotras no. En las puertas del medio siglo, el culo está más ancho, las tetas por el piso, y el botox está caro. Aunque bastante estóicas resistimos al paso del tiempo. Todavía tenemos todos los dientes.
También estamos abiertas a la posibilidad de que se nos cruce Shorsh en este viaje. Por si está leyéndonos, le avisamos: vamos a estar en Ñuyor y lo esperamos el domingo 15 a las 21 hs en el último piso del Empire States. ¡Ah, no! Esos eran Cary Grant y Débora Kerr y King Kong y Jessica Lange. Bueno, entonces en el subsuelo de Mc Donald´s de Broadway y la 50, cerca del baño porque estamos incontinentes.
E inevitablemente retornamos al número 50. Las bolas de oro. Perdón, bodas, bo-das.
Y bueno...es lo que hay...NADA. Es mejor la nada misma, que la misma nada.
Munidas de Rivotril, Alplax y Quetiazic les decimos: Hasta la vista baby!

martes, 27 de octubre de 2015

Un trago de naranja amarga.

Yo te tardo, ya sé. No soy una bloggera como los demás. Lo mío es el delay.
Es que como somos tantas en una sola, hasta que nos ponemos de acuerdo, nos toma un tiempo.
Ayer fuimos a votar. Cada una votó a un candidato diferente. Imaginate. Una a Stolbizer, la otra a Massa, la tercera a Macri, y la cuarta, te cortó boleta por Del Caño. Al compañero Scioli ni locas. Ni aunque hubiese sido la única lista. Cualquier cosa menos peronistas. Eso lo mamamos de chicas. Igual que no te pisamos Polonia, no te votamos un peronista ni en pedo.
Bueno...ni en pedo es un decir, porque salvo Margarita, los demás son ídem para los chanchos.
Y aquí estamos, agradecidas que no vamos a estar para el ballotage, porque ahí te queremos ver paisana!
Se nos acerca un viaje. El pre-50. Así como hay un sub-20, nosotras entramos en el pre-50.
Estamos en la recta final. Nos faltan 77 días. Te lo contamos como los chicos que esperan sus 18, pero con cero alegría. A los dieciocho tampoco teníamos alegría. Nosotras NUNCA fuimos alegres.
No conocemos esa palabra y menos ése sentimiento. Siempre fuimos amargas. Podés preguntarle a quién quieras.
A los 15 le andabamos diciendo a los chicos: "para hablar pelotudeces, preferimos quedarnos calladas". ¡Una pinturita éramos! Nuestras amigas, agradecidas. Jamás les sacamos un candidato.
Y es aquí donde encontramos el hilo conductor de esta entrada. Los candidatos. Son lo mismo los presidenciables que los que se nos acercaban en aquella y en todas las épocas. Inservibles.
Los servibles, obviamente, nunca fueron tomados en cuenta. Y así les fue...mucho mejor de lo que les podría haber ido con nosotras. Ellos son felices, nosotras no.
Y no lo decimos para que nos tengan lástima. Si hay algo que no merecemos es la lástima de nadie. Nos forjamos nuestro destino nosotras solas. Sin la ayuda de nadie. Bueno...un empujoncito de nuestros ex maridos y parejas, hubo. No vamos a quitarles mérito. Aparecen en los créditos de la película.
Pero como el país, nosotras tenemos lo que nos merecemos. O sea, un futuro de mierda. Y seguimos encontrando similitudes entre la jornada democrática de ayer y nuestra anarquía sentimental. Macri 1-Scioli 0, George Clooney 1- Elizabeth 0.
Era un dobles, como en el tenis. Hay uno que recibe todas las pelotas.Y no somos nosotras justamente.
Ahora andamos con la esperanza de que en nuestro próximo viaje, nos encontremos con Shorsh sin Almohadina. Si alguien sabe dónde vive en Ñuyork, que pase el dato. Yo y mis otros yo se lo agradeceremos con nuestro voto.
Próximamente, bitácora de viaje.





domingo, 18 de octubre de 2015

Marche un baño de agua y sal

Esperá que me recupero y te cuento.
Muy a pesar de Máximo Ravenna entramos en el vestido de fiesta.
Estamos en la etapa en que se te casan los hijos de tus amigos, los de tus primos y en algún momento, los de tu familia directa. Ya hemos hablado de estos menesteres en estos dos últimos años, pero no está demás repetirlo, a ver si de una vez por todas a vos te entra en la cabeza, que nos estamos poniendo grandes.
De ser, hace no muchos años, parte de la juventud que ocupaba el centro de la pista, pasaste
 sin darte cuenta, a ser la generación que baila en el borde. O sea, la famosa bordeadorea. Sos parte de "los viejos". "Los viejos", sea porque sos la madre (o padre) de alguno de los novios, tía, prima o porque pertenecés a ése minúsculo 1% de invitados que los contrayentes ceden generosamente a sus padres, para que inviten al enlace.
(Mientras escuchamos de fondo a Lanata, entrevistando a un grupo de imberbes hablando de política, no podemos dejar de notar, que deben tener la misma edad que la juventud que anoche se ponía en pedo, bailaba y saltaba frenéticamente al son de Agapornis, y pensar ¡dios mío, estos son los gobernantes del futuro!)
Volvamos a la noche de anoche, valga la redundancia.
¿Cómo darte cuenta que estás mayor?
1) Las únicas personas más grandes que vos, son tu madre y los abuelos de los novios.
2) Durante la ceremonia, no parás de moquear y acordarte del novio cuando era chiquito.
3) El barman de la barra te dice: si quiere le hago un trago con menos alcohol.
4) Tu comida es sin sal.
5) Intentás acercarte a bailar con los novios el famoso Hava Naguila, y salís eyectada cuál cañita voladora, al chocar con una pared de treintañeros.
6) Los únicos sobrios son tus compañeros de mesa, mayores como vos, y los de las mesas de al lado de los parlantes, o sea, los ancianos de verdad.
7) Tenés faja debajo del vestido y miras con nostalgia, u odio, a las hermosas mujeres de veintipico, que usan transparencias y andan sin medias.
8) Te pasás toda la noche quejándote de la altura del taco de tus zapatos, y bailás cortito, sin saltar mucho, porque los pies te están matando.
9) El volumen de la música te resulta insoportable.
10) No reconoces ninguna de las canciones remixadas, y puteas al dj que no pone música de los 80.
11) Preguntas ¿Esos son los Agapornis? Ahhh, mira vos!
12) Al momento de retirarte, tipo siete de la mañana, estás pensando cómo carajo vas a hacer para recuperarte esta semana.
13) Tras semejante desgaste físico, igual te despertás a la hora de costumbre, añorando esas épocas en las que dormías como una marmota, doce horas seguidas.
Podríamos seguir enumerando, pero para qué seguir torturándonos. Bastante tenemos con que se acerca nuestro cumpleaños número cincuenta, y todavía andamos con el pescado sin vender.
En fin... a pesar de los síntomas del avance del tiempo, te sentís plena por haber podido disfrutar de una fiesta hermosa, y estás deseando en tu interior, que el próximo casorio sea al mediodía.


martes, 6 de octubre de 2015

Quiero

Esto de no querer nada hace tanto tiempo, me recordó que si no pido no tengo. El no, ya está asegurado.
Quiero veinte años menos, para repetir durante veinte años más los mismo errores.
Quiero seiscientas sesenta y seis rosas rococó rosadas para armar una corona fúnebre en el cortejo de mi vida.
Quiero un tulipán abierto, y una abeja reina sentada en el centro.
Quiero un televisor de setenta y siete pulgadas, para ver la ceremonia del té de tilo en HD.
Quiero papar moscas como a los quince. A los cincuenta las moscas entran por la boca y ya no salen.
Quiero el peinado, las tetas y la voz de Dolly Parton. Por ahora sólo llegué a ser como Dolly, la oveja clonada.
Quiero un caballero andante, un perro andaluz y los molinos de viento. A Sancho ya lo tengo adentro.
Quiero la salud perdida. La encontrada no me gusta, y no aceptan devoluciones.
Quiero corto mano, corto fierro, para después poder amigarnos,  hacer las paces con palomas blancas, y que nos caguen en la cabeza. Es de buena suerte, dicen.
Quiero germinar un poroto, plantar tomates y cosechar tempestades.
Quiero sacarme un diez en el examen de ortografía, para escribir sin faltas, que me falta todo y me sobra un poco de amor.
Quiero todo tiempo pasado que fue mejor, al presente inhóspito y a un futuro incierto que no sabemos qué nos depara.
Quiero cien años de soledad, antes que uno más con el viejo choto.
Quiero no saber nada de nada, ni mucho de poco, ni todo de nadie. Prefiero seguir siendo una ignorante de las miserias ajenas.
Quiero un George, un De Niro, un Downey Jr, y a todo el Ocean Eleven. Incluido Elliot Gould, aunque preferiría a Elliot Ness. Pero no es judío.
Quiero ser un cuadro de Klimt, y no ser el cuadro inerte que yace en el fondo del barco hundido.
Quiero ser una barra espaciadora, a la tecla trabada de tu teclado obsoleto.
Quiero eaea pepe, un kilo y dos pancitos.


domingo, 27 de septiembre de 2015

La Papamanía

Hace cuatro días que no hacemos otra cosa que ver al Papa Francisco en su gira por Cuba y Estados Unidos.
Nosotras, judías apoteóticas porteñas, estamos pegadas a la tele, escuchando cómo Fran les mete el dedo en el upite a los yanquis, les corta el rostro a Cristina y a Inmaduro, y cómo un buen estadista, puede convertirse en una especie de rock star.
Y nos preguntamos qué haríamos nosotras si tuviésemos tanto poder.
Cual Encíclica Papal o Tablas de Moisés, a saber (II):
Primero: Llamaríamos a los líderes espirituales de todas las religiones, incluido el Pastor Giménez, y les pediríamos colaboración para terminar con las estupideces esas de que todos somos hermanos. Si somos hermanos, tenemos la misma religión. Ni judíos, ni católicos, ni budistas, ni musulmanes, ni nada. Ergo, todos ateos. A lo sumo, todos Elizabethistas.
Segundo: Cambiaríamos el uniforme papal. El blanco engorda.
Tercero: Seríamos menos políticamemte correctas, y mandaríamos a Putin, Merkel y Obama al mismo lugar que a D´Elía, Cristina y Maduro. Todo para que no piensen después, que por ser argentinas tenemos favoritismos.
Cuarto: Distribuiríamos la riqueza del Banco del Vaticano entre los pobres y algunos parientes. Nosotras más no necesitaríamos porque ya nos garpan por rezar y pensar. Algo que hacemos habitualmente. Rezar para adelgazar y pensar al pedo. ¿Qué más se puede pedir?
Quinto: Sacaríamos quinientos cuarenta peldaños de la cúpula del Vaticano, porque, aunque necesitemos hacer ejercicio, subir todos los días 551 escalones para tomar el mate viendo el atardecer, es un poco mucho.
Sexto: Como Francisco, nosotras también nos conformamos con un Fiat 600. Pero hacénos un banquito en la papisamóvil, que andamos con problemas de ciático.
Séptimo: Cambiaríamos el horario de misa a las 11 y media de la mañana. No nos jodan con eso de levantarnos al alba. Al alba no hay nada que hacer. Sólo dormir.
Octavo: El rojo de los zapatos, sería usado solamente en los Louboutin. En la suela.
Noveno: Si Dios le da pan a quien no tiene dientes, mandaríamos entonces, un contenedor lleno de dentaduras postizas, para que puedan comer más saludablemente. El pan, también engorda.
Décimo y último: Obligaríamos a Shorsh a dejar a Almohadín,  tomar los hábitos (los hábitos de venir a la noche a vernos), y vivir en la habitación de al lado, jurándonos lealtad y amor eterno.
Como puede notarse, ninguna de nuestras prioridades es hacer el bien. ¿Para qué? Mirá como terminaron los que quisieron hacer el bien a la humanidad...Martin Luther King, asesinado. Gandhi, asesinado. John Lennon, asesinado. Gianni Versace, asesinado.
Nosotras nos queremos vivas y haciendo el mal, que al fin y al cabo el infierno es eterno y más divertido, dicen...
En resumidas cuentas, el mundo debería dar gracias que nacimos judías, poco creyentes y con un currículum extensísimo de puteadas y malas costumbres.
Non habemus Papa.






jueves, 17 de septiembre de 2015

Tarde de perros

De vez en cuando, el mal humor y la mala onda, se apoderan de nosotras. Digamos que más de una vez...o dos...o miles de veces por año. En esta oportunidad, vinieron para quedarse, como suegra insoportable. Ya hace una semana que convivimos en plena guerra, yo, y mis otros yo.
No me las banco más, y ellas a mí, menos que menos. No sabemos muy bien qué es lo que nos estamos recriminando unas a otras, pero la pelea es constante y la ligan los de afuera...como corresponde.
Nosotras no te somos Martín Fierro. No te somos unidas porque no somos hermanas. Ellas son okupas. Nadie las invitó a vivir conmigo, y sé que mi vieja no las conoce, porque dice que no las parió, cuando las mando a que conversen con ella.
Así que acá estamos, en una lucha constante por ver quién gana. No sabemos muy bien si conviene ganar o no, porque el trofeo está bastante averiado.
A saber qué nos pone de un humor de perros en estos días:
1) que nos despierten a las 8.30 de la mañana con whatsapp, llamados, mensajes, mails, y tocadas de timbre
2) el corte de pelo
3) los rollos de la panza
4) que el bar de a la vuelta del taller esté cerrado cuando queremos tomar un café
5) la gente que escupe en la calle (eso ya nos viene molestando desde el año pasado en el Palacio de     Versailles)
6) la gente que se para de sopetón, en el medio de la calle, cuando vos venís embalada caminando
7) el automovilista que pone su auto en la senda peatonal, no dejándote cruzar.
8) que los caramelos de eucaliptus que compraste, sean un asco.
9) que TODO lo que falta en tu casa llegue en octubre
10) el quilombo de cajas que hay en la casa.
11) la falta de muebles en la casa
12) la casa
13) que se te rompan las piezas en el taller
14) la falta de creatividad
15) la falta de tiempo
16) Movistar
17) nosotras
Esto, es una pequeña síntesis de los que nos enferma últimamente.
Más de un transeúnte se ha visto perjudicado por nuestro estado de ánimo, al mascullo de: la concha de tu abuela pendejo, dejame pasar o mové el culo antes de que te lo patee.
O algún un conductor de auto, que al cruzar la bocacalle, y nos tira el auto encima, y se morfa un: ¿sos forro/a?¿no ves que hay senda peatonal pelotudo/a? ¡Te voy a meter por el orto raya por raya, a ver si así aprendés!
Hasta nosotras mismas que vamos discutiendo en voz alta, una con la otra, al son de I used to love her, but I had to kill her...Sos una tarada, yo te lo dije. Es la última vez. No me agarran más. ¿Por qué no se van todos a la puta que los parió? Sí, incluida vos estúpida (a uno de mis otros yo, o mi otro yo a mí). Etc.
Ayer sin ir más lejos, tuvimos terapia, y al entrar, le dijimos a nuestro psiquiatra: Si vas a decir algo inconveniente, pensalo dos veces. Evidentemente no nos tiene miedo, y nos cagó a puteadas.
Y así estamos. Entre la furia irracional y la menopausia.
Confiamos en que algún día todo pasará, y volveremos a ser las mismas de antes, aunque no sabemos si es un augurio o un desatino.





martes, 8 de septiembre de 2015

Dios le da Spa(n) a quién no tiene (preten)dientes

El cuerpo pedía a gritos dos días de vacaciones, así que ahí marchamos. A un spa.
Malla, zapatillas, libro, un jean y dos remeras.
Dispuesta a descansar, dejé a mis otros yo cuidando del departamento, y me fui por la Provincia de Buenos Aires, a relajarme.
Apenas llegada, me sentí  en otro país. Esto es vida, me dije, podría vivir acá eternamente. Sólo el sonido de los pajaritos, cuatro huéspedes más, y toda una inmensidad de verde y silencio para mí sola. Bueno, para las otras dos parejas también.
A la hora ya me quería ir. ¿Quién dijo que todo el mundo sabe disfrutar?
Hice tripa corazón, y decidí que fuera como fuese, iba a descansar. Me entregaron la llave de la habitación, y me tiré en la cama como una morsa. Perdón, morsa es Aníbal, así que cambiemos. Me metí como un marsupial. Ahí está mejor.
Tres horas de siesta. Como si no hubiese dormido en mi vida. Me levanté, me bañé, y bajé a cenar.
Dos mesas. Se ve que la otra pareja estaba haciendo lo que le correspondía hacer a una pareja que se va a un spa: descansar, pero de una manera más divertida que la mía. Y que la de la otra pareja, evidentemente.
Al día siguiente, me tocaba el tan esperado masaje descontracturante, una exfoliación corporal y el circuito de aguas, que no son las aguas danzantes de la fuente de Dubai. Hubiese preferido, pero no.
Me acuesto en la camilla, boca abajo, en bombacha (perdón por la imagen) y tapada con una toalla, cosa que te coloca en una situación de indefensión total. Estás entregada a quién sea, y a lo que sea.
Empieza la sesión, y siento un codo que se me clava entre la tercera y cuarta costilla. Noto que está muy contracturada, -me dice una voz femenina. Sí, le digo yo en un hilo de voz, intentando respirar, con el codo perforándome el pulmón derecho. No sé qué me duele más, si el cuello o lo que me estás haciendo, le digo. ¿Quiere que le haga un masaje relajante en vez de esto? No, contesto, yo pedí descontracturante, así que dale.
Una hora de tortura rusa. Me amasaron como si fuese una pella de barro para hacer un cacharro, y quedé muchísimo más dolorida que al principio. Tengo moretones por todo el cuerpo. Eso sí, mis fibras musculares, ahora son como chicle de blanditas que están.
Bueno, ahora, salgo un ratito, y usted póngase esta malla descartable,-me dice la masajista- que a mi regreso, empezamos con la exfoliación.
¿Genial? pensé. Y comenzó...Imagínense que son un pollo recién desplumado, al que untan con una capa de sal gruesa con algas, y dale que dale, te pasan de arriba para abajo ese mejunje que te raspa como si en vez de sacarte las células muertas, te fuesen a sacar directamente la piel. Sin olvidarte que antes de bajar, te afeitaste las piernas, por ende, la sal te quema como la remil putísima madre que lo parió, pero vos, ni mu. No vas a darle el gusto de decir, ¡arde la conchadetumadre! Bueno, eso es la exfoliación corporal. Nada agradable, pero el cuerpo te queda como culito de bebé. Hasta ahora íbamos, Spa 2- Elizabeth 0.
Y le toca el turno al circuito de aguas. La señorita te va mostrando los diferentes cubículos de sauna , duchas y piscinas, para finalmente decirte que tenés que terminar en las tumbonas.
Pan comido, me digo. Agua. ¿Cuánto mal te puede hacer? A lo sumo no tendré que bañarme esta noche.
Y comienzo, según las indicaciones de mi torturadora. Sauna I, Sauna II. Ahí te das cuenta, que los años de ceramista te sirven de mucho. El calor es totalmente soportable, porque peor la pasás cuando tenés que abrir el horno a 1280 grados.
Salís de ahí, y te toca una ducha. Agua fría y la puta madre que te parió! Traición! Eso no me lo avisaste! Y estás, media hora más, entrando y saliendo de una ducha helada a una caliente, y así sucesivamente, y por último entrás a una pileta de agua hirviendo, como un caldo de pollo (o sea, el pollo que eras más arriba) del que salen chorros tipo géiser , que te dan en la espalda, en las pantorrillas y te dejan más moretones de los que ya tenías.
¿Quién carajo puede disfrutar de un Spa? ¡Me quiero ir a Irak! Mándeme a la guerra del golfo, pero sáquenme de acá!
No, si evidentemente yo no fui hecha para pasarla bien.
Spa 3- Elizabeth 0


miércoles, 2 de septiembre de 2015

Desagotando (versión corta)

Tras cuatro meses, la casa está en orden. Hemos vuelto y seremos millones. Ya que estamos, y somos varias, le damos una para cada bando. No nos vayan a tildar de partidistas.
Mudadas y semi acomodadas en Juramento, nos toca la ardua tarea de acostumbrarnos a los cambios.
Nuestro baño no está donde solía estar, por ejemplo. Ahora tenemos un lujoso dormitorio en suite con vestidor, en dónde antes había un pasillo que comunicaba con el lavadero, por lo tanto, estamos tratando de no mear en el parquet y no lavar la ropa en el inodoro. Sin mencionar, la pared que nos levantaron entre medio, cuál muro de Berlín, que al salir de la cama, medio boleadas por la mañana, nos llevamos puestas, con sendos chichones en la frente.
La primera noche en casa, acostumbradas a ser solas y pasearnos como dios nos trajo al mundo por la cocina, resultó convertirse en un espectáculo dantesco para los pobres vecinos del barrio. No habíamos notado que nuestro bellísimo nuevo lavadero, tenía unas bellísimas nuevas ventanas, de piso a techo, con vidrios transparentes que daban al edificio del costado. Y así nos vieron. Con las carnes colgando como los Jardines Colgantes de Babilonia. Un asco lo que se dice.
Pronta llamada a la arquitecta, y solucionado el asunto. Ploteo mediante, ahora sólo ven nuestras curvas, difusas, no solo por la opacidad del plotter, sino por la mismísima acepción de la palabra difusa/o: 1.adj. ancho, dilatado. 2.adj Excesivamente dilatado, superabundante en palabras.3.adj. Vago, impreciso.
A nosotras, nos quedó sólo la parte de "excesivamente dilatado y superabundante".
Nuestros amigos nos preguntan cuándo podrán venir a conocer el nuevo departamento...Nunca, gente. No sabemos si nunca, pero por los próximos dos años, no pensamos usar la cocina ni para hacer un café, cuestión que no nos ensucien tan bella decoración, y menos que nos toquen las paredes, que tan esmeradamente pintó Luis. Y guay al que se atreva a apoyarse en alguna, que le cortamos los dedos.
Y aquí estamos, en un departamento salido de la Architectural Digest , sin muebles aún, pero con el botinero repleto de zapatos. Drogadas por el olor a pintura, pero felices. Agotadas física y mentalmente, que ni fuerzas tenemos para preguntar por Shorsh.
Solas, nativas o por opción, escuchando a nuestro nuevo inodoro gotear, pero en casa.


lunes, 24 de agosto de 2015

Hecha percha

Domingo no es nuestro mejor día, pero nos levantamos temprano igual.
El humor es más variable que la humedad, y tras despertarnos puteando, a los diez minutos, ya estábamos mucho peor. 
Así y todo, teníamos mil cosas que hacer previa mudanza de bártulos a nuestra bienamada Avenida Juramento. Es como Avenida Brasil, el culebrón, pero en castellano. Hay mucho personaje metido en el medio, y se ve que eso nos impide a Shorsh a y mí, estar juntos.
Pero volvamos a los que nos compete. Ya sabemos que a ustedes no les compete, pero no nos importa mucho. Somos así cuando estamos de mal humor. Jodidas, pero buena gente.
Salimos de urgencia a comprar perchas para colgar la ropa que tenemos envalijada hace cuatro meses. Si no se desintegraron las cosas, ahí deben estar.
Llegamos a Easy, el hipermercado del paseador. Mucho paseador suelto, cosa que nos enerva más que escuchar a Arjona cantar "Apnea". Bueno...tampoco tenemos que exagerar tanto. Nada se compara a lo que le produce Arjona al inconsciente colectivo. Justamente a nosotras...que somos varias...tenemos mucho colectivo.
Retomemos, que nos vamos por las ramas. 
Los paseadores compulsivos domingueros. Deberían tener la entrada prohibida a los shoppings e hipermercados. Son molestos. No tienen nada que hacer, entonces te van a joder a vos, que estás comprando perchas para estrenar tu vestidor. Pero no, no hay ley que les prohiba pararse en el medio del pasillo, papando moscas, mientras nosotras hacemos malabares con el carrito del orto, un mamotreto pesado y con ruedas que no ruedan. Permiso, permiso por favor, vamos diciendo, mientras intentamos contenernos de pasarles por arriba con el carro o bien usarles la raya del tujes como estacionamiento del changuito. Y siguen ahí parados, mirando a la nada, como si la vida se les fuera en ello. Miran insistentemente al estante más alto, como si llegaran a ver algo. ¡Necesitás un largavistas hermano, para ver los numeritos a cinco metros de altura!¡Mové el orto de ahí! tenemos ganas de decirle, aún no habiendo perdido la compostura, pero nos mordemos la lengua. El odio contenido ante todo.
Pero son muchos culos para un solo chango. Entonces empezamos a empujar. Perrrmiso. Perrrrrrrrrmisooo por favorrrrrr, mascullamos entre dientes, con la vena del cuello a punto de explotarnos. Y ahí arremetemos, esquivando boludos, y cada tanto llevándonos alguno puesto.
Cuando logramos salir del laberinto de paseadores, llegamos a la caja, notando que en medio del fastidio, nos olvidamos de meter en el carro, más de una de las cosas que habíamos ido a comprar.
Má sí...que se nos caiga la ropa del placard, pero si volvemos a entrar, vamos a voltear gente como si fuesen palos de bowling. ¡Chuza! diría un taxista amigo...
Llegamos cargadas cuál camello en el desierto, para enterarnos que la persona que nos iba a ayudar a ordenar, nos cagó. No viene. O sea, nos meteremos las vergas (sinónimo de percha según Worldreference) en el orto.
Nota mental. Para la próxima, pedirle a Shorsh que me mande vergas desde Yanquilandia, o que me compre una casa con la ropa ya colgada.



martes, 18 de agosto de 2015

Hoy pintó el negro...

Cuando en el año, vas más a cementerios que a casamientos, empezá a preocuparte.
Si antes nos daba un poco de miedo el campo santo, hoy, hasta nos parece un lindo lugar. Vamos paseando entre las tumbas como Pancho por su casa, y miramos con cariño un lugarcito libre que queda debajo de un abedul, no vaya a ser que después de muertas, el sol nos arruine la piel.
Sabemos quién está enterrado al lado de quién. Vamos visitando conocidos, poniéndole flores y de paso, por las dudas, los saludamos, no sea cosa que el día de mañana nos hagan el vacío por no ser educadas.
De repente nos damos cuenta, que conocemos más difuntos que vivos, y entendemos el porqué de nuestra soltería. La ecuación es sencilla: nosotras cumplimos años + ellos también = más vale que nos apuremos.
Tenemos un amigo que dice que la diferencia de edad ideal entre un hombre y una mujer, es la mitad de los años del señor más siete. Entonces, según él, nosotras deberíamos estar buscando un novio de 84 ...O sea, estamos yendo al lugar correcto...La Tablada... Pero nos es difícil encontrar algo potable ahí...
Éste es el mismo amigo, que hace algunos años, quería presentarnos un paciente en coma, solamente porque todavía se le paraba a pesar de su estado. Para amigos así, quién necesita enemigos ¿no?
Igual le queremos, que al fin y al cabo, tiene buenas intenciones. No nos quiere ver solas.
Van pasando los años, se nos acerca la mitad de siglo, y justo encontramos una frase en las redes sociales, que nos identifica. "Dentro de toda persona mayor, hay una persona joven preguntándose qué carajo pasó". Y sí. Nos pasa seguido. Mirarnos en el espejo, y no reconocer nuestro reflejo. O peor. Mirar a nuestros pares, y pensar: está hecha/o mierda...¿le pasó un camión por encima? ¿Nos vemos así también?. Y llegamos a la conclusión que sí, que nos vemos igual o peor, pero antes muertas que aceptarlo! Y ahí es donde concatenamos con la parte del cementerio...y nuestros candidatos.
Pensandolo bien, todavía tenemos esperanzas con Shorsh...algún día vamos a estar en el mismo lugar.
Hablando del rey de Roma, el otro día lo vimos en una película, que dicho sea de paso, nos dejó bastante deprimidas. Estuvimos noventa minutos buscándole algún defecto, y no...nada che...
Según una amiga, no tiene labio superior, pero lo tiene. Más finito, pero está. Ojos, dos. Manos, dos. Pies, cuidados y sin hongos. Cabello, todo. Físico, entero...Elegancia, como Jean Cartier...Pero notamos una sola cosa...nunca, jamás, en ninguna película, vimos una escena romántica sensual, o sexual en la que el señor esté cuidadamente en bolas, o semi en bolas. Y ahí entendimos todo. ¿La tendrá corta? ¡Ma sí! ¡Por las dudas que se lo quede Almohadín!
Asunto liquidado. No más Shorshes, hasta que nos demuestre que estamos equivocadas.
Nota mental: para el año que viene, hacernos una escapada al Lago di Como, tocar la puerta en casa de G.C y pedirle si nos puede dar una canasta de huevos. A ver qué responde...

miércoles, 12 de agosto de 2015

Donde se come no se caga

Y llegó el día de mudarnos. Finalmente nos fuimos del hotel de lujo con vecinos chotos, para mudarnos al taller, en un edificio choto, con vecinos más chotos aún. Para la Tierra Prometida, o sea Juramento, todavía nos quedan unos días.
La mudanza fue en tandas, gracias a las sobrinas y novios, que con toda gentileza, ayudaron a la vieja chota (ya que estábamos hablando de chotez, para qué cambiar,¿no?) a trasladarse.
Tres valijas, cuatro bolsos, un changuito y miles de bolsitas cuál cartoneras vip. Nos faltaba el bombín y éramos Charles Chaplin en The Kid, propiamente....Seamos honestas, más bien, la Bruja del 71.
La cuestión es que pasamos a vivir en nuestro lugar de trabajo, cosa que para algunos puede ser maravilloso, pero para nosotras no. Si hasta hace unos días éramos un poco ermitañas, ahora somos como el Hombre de la Máscara de Hierro. Vivimos enclaustradas entre el horno cerámico, el compresor, la laminadora y la extrusora. Podríamos construirnos nuestra propia torre de Babel con los más de cien kilos de arcilla acopiada, y nadie, nadie nos echaría de menos. Vendríamos a ser un hornero, para ser más gráficas. Pero sin alas.
A pesar de lo que parece, estamos bastante cómodas. Dormimos en la sala de hornos, comemos en la mesa de trabajo, tratando de no intoxicarnos con los esmaltes, y nos duchamos, entre otras cosas, en nuestro nuevo baño blanco. Y es ahí donde está todo el problema. Por la ventilación oímos a todos los vecinos. Y los olemos también.
El consorcio habitacional se divide en doce departamentos, doce vecinos y quince perros. Mucho olor a meo. Mucho pelo por los pasillos.
No. Nosotras no tenemos animales de ningún tipo o factor. No sabemos cuidar ni una planta, ¡mirá si te vamos a cuidar un canino o un humano!
Y de repente, con tanto aroma a efluvios perrunos, nos vino como una oleada de nostalgia francesa. Oh Vallauris, Vallauris! Es como si estuviésemos ahí mismo, pero en el centro neurálgico del Barrio Chino.
Nos falta poco para volver a casa, nos repetimos diariamente. Eso nos salva de la locura...creíamos....hasta que escuchamos una cumbia chamamecera evangelista. ¡Tenemos al Pastor Giménez de vecino! Me cache en dié! ¡Médico psiquiatra a la izquierda, por favor!
Cada vez estamos más convencidas que deberíamos vivir en una isla desierta, o con Gilligan que es lo mismo que el desierto.
Y así estamos, sin televisor, sin pila, sin piedra y sin cable, como un Magiclick de 104 años, llenas de gas. A punto de reventar, rezando con el vecino, para llegar vivas a la siguiente mudanza.

Quiero un camión con acoplado, para trasladar dentro de mil valijas, las penas del alma.
Quiero cuarenta cajas de embalar, que contengan cuarenta kilos de ilusiones cada una, para saldar la deuda de amor.
Quiero un arco de salto en garrocha, para pasar de un solo envión del cielo al infierno.
Quiero el poder de síntesis que me fue negado mil veces de nacimiento.
Quiero una bachata rosa, un unicornio azul, pero no quiero la ola verde. Odio a Flavia Palmiero.
Quiero sacudirme el estrés, y bañarme con margaritas en el pelo.
Quiero no ser el sol que ilumina tus días, porque después me reprocharías los eclipses.
Quiero subir al Uritorco, bajarlo en ovni, y escuchar cómo hablan los duendes que lo habitan.
Quiero ser la marca de tu espalda, el abanico de tu techo, y la cálida sombra que te persigue en el otoño.
Y por último pero no menos, quiero mi casa, mi cama, mi mesa, mis sábanas blancas y a Shorsh en ellas. O a cualquiera a estas alturas.



domingo, 2 de agosto de 2015

Yogur, amar, rezar

Sí, así somos, tuvimos que hacer de nuestra dieta un tema internacional. Nosotras no te sabemos guardar discreción. Necesitamos compartir nuestra desgracia.
Nacimos normales, 2,980 kgs dijo la partera. Diez años más tarde nos convertimos en una torta marmolada. De ahí en más, te pasamos por todas las dietas habidas y por haber.
Creo que esto ya lo contamos en otra oportunidad.
La de Cormillot, Dieta Club, Dr. Sporn,  semillas en la oreja,  acupuntura en todo el cuerpo, Weight Watchers, Dr. Nacach, Dr. Ravenna, mi amiga la Lic. Angie, la de sopa de repollo, la protéica, la del pomelo, Citio, Adelgozar, , la del escarabajo, de la papa frita, hasta la del Kamasutra. Menos la de Scardale, hicimos todas.
Nada resultó. La única que nos hizo bajar mucho, fue la de la anorexia, que no se la recomendamos a nadie.
Tuvimos épocas de ir al gimnasio 5 veces por semana a caminar cuarenta minutos en la cinta, veinte de bicicleta fija y sesenta en el circuito de fierros. Hoy sólo te hacemos una vuelta a la rosca de Pascua o a lo sumo dos a la bola de fraile.
Ya desesperadas y ante la amenaza de nuestra sobrina diseñadora de modas, de que no nos va a agrandar el vestido para el casamiento de octubre, marchamos hacia nuestra última esperanza. De nuevo al odiado Dr. Ravenna.
Así como llegamos nos queríamos ir, pero nos dijimos: túnica Ma.Martha Serra Lima o muerte! Y ahí mismo pagamos por un mes de tratamiento. Psicóloga, médica y nutricionista y a cagarnos de hambre se ha dicho!
Primer día, se banca bastante bien, porque vinimos con mucha fe y dolor de bolsillo por lo que gatillamos. El segundo, le dimos al agua, al té y al café, tanto, pero tanto que casi dormimos con el inodoro puesto. Al tercero nos tocó la famosa reunión de grupo. Bueh...Entramos, nos sentamos al fondo y empieza la función, sin la presencia del King of the World Dr. Ravenna, que llegaría más tarde.
Las primeras palabras que salen de la boca de una psicóloga son: bueeenoo...ya termina julio...falta poco para las vacaciones...hay que arrancar ahora u olvidarte de la playa y la malla...mejor andá sacando pasaje para Noruega o Alaska...jaja....¿Ja ja, qué? tenemos ganas de gritarle. ¿Qué clase de psicóloga sos? ¡Una del orto obviamente! ¡Inadi! gritamos desde el fondo, ¡al Inadi te vamos a mandar forra!
Y de repente nos acordamos porqué nos fuimos la primera vez de esa clínica de mierda. Por esta pelotuda, egresada de la Universidad del Dr. Goebbels, que hace 10 años nos dijo, que nuestra antigua anorexia y fobia a la comida, era porque nosotras sabíamos que comer mataba. ¿Lo quéeeeéé? ¡Bestia!
Y nos marchamos jurando nunca más volver. Pero volvimos, porque nosotras no tenemos palabra.
Así nos recibe nuevamente el staff del doctor. Diciéndonos que los gordos no tienen derecho de ir a la playa.
Pero como diría mi finado padre, "ya pagaste, ahora hacéla". Así que homenajeando las sabias palabras de papá, decidimos quedarnos, y hacer de cuenta que escuchábamos lo que decían, mientras jugábamos al Candy Crush Soda Saga.
Por lo tanto nos quedan otros 26 días en los que buscaremos insertarnos en algún grupo de gordos con una coordinadora un poco más piola o intentaremos pasar el nivel 330.
Con hambre y mal humor, encaramos el fin de semana. Para otro día quedará el relato de la experiencia del taxi tomado el viernes a la noche.
Sábado y nuestro sentido del humor va desapareciendo al mismo ritmo que va aumentando el apetito. Llueve en Buenos Aires y nosotras ya no sólo puteamos a Ravenna sino también a Macri.
Vamos caminando, intentando evitar las baldosas flojas para no salpicarnos, eludiendo la caca de los perros de Belgrano y como un mantra repetimos: "Macri y la reconcha de tu abuela, andate a la putísima madre que te recontra mil parió vos y todos los ex intendentes de esta ciudad del orto." Y de golpe tuvimos una revelación. La culpa de no tener novio la tienen Ravenna y Macri. El primero porque nos quiere hacer creer que estando gordas nadie nos va a querer. El otro porque nos hace caminar mirando al piso, para no caernos o resbalarnos sobre los teresos de los canes, impidiendo darnos cuenta si algún masculino nos observa. Si adelgazar me va a hacer perder al hombre de mi vida, mejor gorda que mal adelgazada.¡¡Y ahí lo entendimos todo!!¡¡Nos debemos haber cruzado con Shorsh mil veces y no lo vimos por estar concentradas en los soretes!!
De hoy en adelante, caminaremos con la frente en alto y los zapatos llenos de mierda, pero mirando más allá del horizonte, esperando que no sea Osvaldo Laport quien se nos aparezca, sino nuestro bienamado Mr. Clooney.
Perdónalos Shorsh porque no saben lo que hacen...


domingo, 26 de julio de 2015

Soysola pero no tanto

Al fin terminamos con esto del día del amigo. Invento argentino. No podía ser de otro modo. Nosotros, los sudacas te festejamos todo. El día del, niño, del padrino, de la secretaria, del periodista, del ceramista, del nieto, del abuelo, del dulce de leche, del mate con bizcochitos, del tatú carreta y del papi fútbol. Yo y mis otros yos queremos presentar en la Legislatura, un proyecto para que se apruebe el Día del Rivotril, y a empastarse todos y todas se ha dicho!!
Esto de festejar una semana entera el día del amigo, cuando nos llamamos Soysola, es una contradicción en sí misma. O en nosotras mismas. O en ustedes mismos. O en ellos mismos.
Yo, mi otro yo, y el yo de mi otro yo, que nos pasamos la vida espantando a cuanto humano se nos acerque, resultamos ser como Roberto Carlos y tener un millón de amigos. Bueno, ya está. Se acabó lo que se daba. Sépanlo, no somos amigables. En algún lugar de nuestro corazón, las/os queremos mucho, pero todo tiene un límite. No pueden pedirnos amabilidad, sonrisas y buena onda siete días de una semana. O sí pueden, pero es la única semana que les damos en el año!
Mientras escribimos esto, con la sensibilidad y delicadeza que nos caracteriza, tenemos a una joven madre primeriza, que no sabe dónde meter a su crío llorón, y lo saca a orear al pasillo, con el sólo propósito de jodernos la existencia. Decime vos tarúpida ¿por qué no te llevás a ventilar al nene a la terraza hasta que se calme en vez de joder a tus vecinos?
Deberían derogar una ley que limite la posibilidad de tener hijos o cocinar bifes en un monoambiente. O quizás lo que necesitamos es volver urgente a nuestra casa.
Entretanto, el bebé llora en el pasillo, los trapitos se pelean en nuestra ventana, el forro de la moto acelera con el caño de escape roto y el perro jadeador hace lo suyo, o sea, jadea. Bah, no descubrimos todavía si es un jadeo, o es su ladrido. Es de esos perros que parecen murciélagos bóxer enanos. O sea, podría tranquilamente ser un murci disfrazado de perro. Vaya uno a saber! En este edificio puede pasar de todo.
Ya más tranquilas porque nuestros otros yos, yoes, o como quieran llamarlos, han vuelto, nos dedicaremos a pedir lo que nunca nos será otorgado.
Quiero la distancia que hay entre la Tierra y la Luna, para recorrerla a la velocidad del sonido. Mientras no sea el sonido de Arjona, cualquiera será bienvenido.
Quiero el pecado pero no al pecador, así como no quiero al pecador si está libre de pecado.
Quiero la llama eterna del fuego que me consume, y consumirte de poquito a poco, hasta que el poco pierda sentido y ya no sea ni las cenizas de lo que fue.
Quiero margaritas para los chanchos, y un salame de campo para Margarita.
Quiero sentarme a meditar en la cima del Tupungato, y bajarlo deslizándome en culopatín.
Quiero ser Marguerite Duras y escribir : yo soy Soysola, no vale la pena decir nada más.
Quiero el pan de cada día, de salvado, diet y sin sal, aunque quisiera un croissant parisino, con mis mozos aduladores.
Quiero rojos de furia, a verdes de envidia.
Quiero menos vecinos, menos edificios y más espacios públicos sin público molesto.
Quiero a Don Gato y su pandilla, y no la banda de felinos que rondan la ciudad.
Quiero pintar un Rembrandt, esculpir un Miguel Ángel y ganarme el cielo de la Capilla Sixtina.
Y quiero que me devuelvan a George, que por equivocación y mucho vino, lo regalé en el día del amigo.








domingo, 19 de julio de 2015

Échale la culpa al taxi

Creo que el día que nací, el universo se confabuló para que de mayorcita, los Taxistas Unidos del Río de la Plata, se cruzaran todos en mi camino.
Los odio, pero los necesito. Bien diría mi madre, son un mal necesario.
Como he contado anteriormente, no soy afecta al bondi, subte o patas, por lo cuál, no me queda otra que tomar los black&yellow locales. No entendemos, ni mi psiquiatra ni yo, porqué en Europa o en USA, no te tomo un taxi ni por putas, y sólo me muevo en transporte público. ¿Será que ése público me es ajeno y el apretuje foráneo es más excitante? ¡Vaya a saber!
No, tampoco manejo. Sí, soy una boluda, como bien estás pensando y merezco la tortura tacheril.
Notarán que hoy no hablo de nosotras, sino de mí. No puedo echarles la culpa a mis otros yos, porque  este temita viene de chica, y ellas aparecieron tras mi anteúltima separación. La del señor Jovato Jodido Jodeputa.
Esta semana fue de antología.
Desde el campeón de bowling, el ex jugador de fútbol, el facho recalcitrante, el que fue al médico y cree que me importa, el que hizo un sit-up (imposible stand up adentro del taxi) y era inodoro friendly , al egresado de Jarvard,  todos, pero todos, inevitablemente me hablaron de política.
Y si hay algo que me enerva, es justamente hablar de política con gente que cree saber todo y tener la posta...porque el pasajero que subió antes, que trabaja de secretario del secretario del secretario del tesorero del gimnasio donde hace crossfit el nieto de la abuela del tío de la madrina del vice-candidato a cocinero de la intendencia de Villa Bosch, le dijo que si gana Macri va a privatizar todos los colegios del Estado, y si gana Scioli va a estatizar los Supermecados Disco. Pero que en cualquier caso, el país se va a la mierda.
¡Mirá loco, si nos vamo a la mierda pero me cambian la ley de licencias y el test psicológico para el otorgamiento de registros, que gane quien sea!
Mañana tengo un viaje largo por hacer. Ya estoy sufriendo de sólo pensar que hoy hubo elecciones y voy a tener que tolerar la futurología sobre si Larreta va a hacer la skate-senda en medio de Avenida del Libertador.
Y ya que hablamos del futuro, vamos a pedir algunas cosas para más adelante.
Quiero un taxista que sea mudo. Sordo y ciego no, por favor, que quiero llegar viva a destino.
Quiero taxis que vayan cambiando de color, según si están libres u ocupados. Fucsia sin pasajeros, naranja rabioso si están apurados.
Quiero unas elecciones sin candidatos, que cada uno se vote a sí mismo, o sea, una especie de anarquía, y ganar yo, para que todos hagan lo que yo digo.
Quiero un boca de urna que hable por sí sola, y no por encuestadoras pagas.
Quiero un ir y venir, con un devaneo sensual, producto de un intercambio de amor caribeño.
Quiero el mundo a mis pies, y en mi cabeza la corona de reina de la paciencia.
Quiero un Jackson Pollock para manchar mis paredes nuevas, y un papel secante para las lágrimas negras de Compay Segundo.
Quiero no saber nada, porque sabiendo mucho es poco lo que me queda por saber, y quisiera seguir sabiendo que no sé nada.
Quiero la eternidad en cuotas. Pocas, no muchas. Me canso de pagar, me quedo sin límite en la tarjeta, y todavía me faltan más cosas por comprar.
Y quiero a Henry Cavill , que es más nuevo en esta cosa de la popularidad y el acoso, porque Shorsh ya me hizo saber que sigue sin enterarse que está enamorado de mí.




viernes, 10 de julio de 2015

Vení que te destapo, vení

Ya acabando el Día de la Independencia, y nosotras como cuando llegamos de España. Seguimos sin casa. O sea, seguimos dependiendo de la buena voluntad de quién nos acoge. Y no nos acoge mucha gente a menos que paguemos. Por ende, seguimos alquilando.
No, si es la única manera en que somos acogidas...!
Así que continuaremos quejándonos de los vecinos del condón. Perdón! Condominio. Corrector del orto!
Ayer, nos ofrecieron sus servicios de despertador, los co-habitantes masculinos del agujero de al lado. Como ya hemos comentado, las paredes son de papel crepé, en consecuencia, a las 8 a.m (muy de madrugada), comenzamos a percibir una especie de gorjeo, no exactamente de pájaros. No, no era Caetano Veloso cantando Cucurrucucú paloma. Más bien era como el ulular insoportable de las torcacitas en celo.
Ni cortas ni perezosas, nos levantamos de la cama, dispuestas a salir en camisón al pasillo a putear a los cuatro vientos, pero nos detuvo lo poco que nos quedaba de sentido común. No somos la mejor visión que puede tener cualquier ser humano a esas horas de la mañana. Y menos seres humanos del sexo opuesto. Las crenchas revueltas, lagañas en los ojos y ni que hablar de que al putear escupimos, porque usamos placa antibruxismo. Un Tiranosaurus Rex propiamente. Decidimos no salir.
Cual Super Agente 86 y la 99, agarramos un vaso y lo pusimos contra la pared, primero para escuchar de qué hablaban, y segundo para usarlo de amplificador de nuestros insultos.
A quienes ya están agarrando un vaso de vidrio para ver si oyen lo que dicen los vecinos, les decimos, NO FUNCIONA. Lo máximo (con perdón de la palabra) que van a oír, es blabbbfihsgudiiifiriiighhhgrttiiijajajaja.
Y así andamos, de un edificio al otro, insultando y recibiendo insultos. Sip. Nosotras también caímos en nuestra propia trampa. Hemos descubierto que somos las destinatarias de las puteadas de otros vecinos. Los de Juramento. Recibimos el llamado desesperado y amenazante de los tortolitos del C, acusándonos de haber convertido el Danubio Azul en el mismísimo Riachuelo de María Julia.
Salimos corriendo a toda velocidad...bueno...a la velocidad que nos permite nuestro tujes, que no es mucha...y efectivamente, cuando arribamos a palacio, descubrimos que en vez de nenúfares, flotaban soretes por todos lados. No nuestros, aclaremos. Ni tampoco de nuestros albañiles. Los obreros cagan rosas, como nosotras. Eran los sorongos de los 44 departamentos restantes. Se tapó la columna porque los muy asquerosos tiran pelos y cuanta porquería tengan a mano. Pero las que siempre sufrimos las consecuencias somos las pelotudas (nos) que vivimos en lo que se llama piso sándwich, o el famoso jamón del medio. Ya sé, no tenemos derecho a mezclar las palabras sandwich y jamón con sorete. Ahora tenemos hambre, carajo!
Llamada de urgencia al plomero, resuelto el tema, pasemos a lo que nos concierne. Y acá dejamos de ser muchas para ser una sola porque somos bastante egoístas.
Quiero vaselina para consorcios. Tanto para los caños como para los vecinos.
Quiero el Transiberiano, para pasear por las estepas abrigada con un tapado de armiño sintético, porque soy ecologista.
Quiero un televisor que sólo transmita buenas noticias. Para malas tenemos la tira de eslabones unidas entre sí.
Quiero no enredarme en mis propias palabras, y poder decir te amo sin temor a que se me entienda.
Quiero una guitarra eléctrica, un bombo legüero y un xilofón de plástico, para tocar la Novena Sinfonía de Beethoven, quedarme sorda con la última nota y que la reverberación del sonido quede atrapada en mi cabeza.
Quiero celeste para que me cueste. Lo fácil, fácil se va.
Quiero agua blanda y un naranjo en flor, para perfumar con azhares, los cajones de mi incómoda existencia.
Quiero parecerme a mi misma dentro de cuarenta años atrás. Dentro de cuarenta años adelante es probable que no me guste lo que vea.
Quiero la llave del candado donde encerraron mi inocencia. La he perdido y me gustaría recuperarla.
Quiero un abanico de ideas originales, porque las que me quedan están un poco vetustas.
Y como es costumbre, quiero a Shorsh, esta vez vestido con mameluco y sopapa en mano, para destaparme las cañerías.


domingo, 28 de junio de 2015

Sentime, vos, criatura...

Seguimos en refacciones habitacionales. Ya nos estamos acostumbrando a esto de estar repartidas en tres lugares diferentes. Los pies en Juramento, la cabeza en Olazábal  y el culo en Blanco Encalada. Bah, aunque a estas alturas, nuestro culo ocupa toda las Barrancas de Belgrano.
Para esto está bueno tener a mis otros yos. Una queda de campana en la obra, la otra trabaja, y yo me vuelvo loca con los vecinos de alquiler.
Porque si hay en algo en lo que nosotras no tenemos suerte, es con los vecinos.
Ya hemos descrito a los habitantes de nuestro piso, mas tenemos otras plantas con las que empezamos a llevarnos para el orto. Ellos no lo saben, pero se estarían llevando muy mal con mis otros yo y especialmente conmigo.
Tenemos aquellos que no te saludan, los que ensucian el ascensor con meo de perros, los que no limpian el filtro del lavarropas comunitario, y lo peor que me podría haber tocado: jóvenes que hacen la previa.
Es nuestro karma. A donde vamos, nos siguen los niños llorones o los adolescentes rompebolas.
Para aquellos que me están criticando, preguntándose ¿acaso vos no fuiste adolescente? Les digo, NO. Yo nací vieja. Siempre fui mala onda y jodida. Pueden preguntárselo a mis amigas. Les cagaba las salidas con los chicos, y aún así, hoy me siguen queriendo. Allá ellas.
Anoche, un grupete de jovenzuelas alcoholizadas, gritaron durante una hora treinta minutos, sobre mi cabeza. Le calculamos dos pisos más arriba, por el nivel de decibeles, apagado por dos lozas de cartón corrugado, porque de eso están hechos los edificios nuevos. No, si ya que vamos a criticar, critiquemos también al constructor.
La cuestión es que cuando empezamos a calentar la garganta para lanzar cuanta puteada saliese de nuestra gola, las niñas decidieron irse de parranda. Graciadió.
Ahora sólo nos lloriquea la beba de al lado. Mi sobrina decía, cuando era pequeña: "los chicos son lindos hasta los 6 años. Después hay que mandarlos lejos y traérlos de vuelta a casa a los 21."
En los tiempos que corren, y en mi situación, los traería después de los 45 y los volvería a mandar lejos a los 80.
Y sí! Qué le vas a hacer? Yo soy así, y me llaman la Pipistrella. Soy Tita Merello en sus peores épocas. Soy la bruja Cachavacha, el Doctor Neurus y Juana de Arco, todo en un sólo cuerpo.
Pero vayamos a lo que nos compete. Los pedidos.
Quiero paciencia. Siempre la ando queriendo, pero evidentemente no se me cumple el pedido. Creo que está viniendo desde Alaska y con este tema de la limitación en las importaciones, ya debe estar cubierto el cupo.
Quiero un portaligas en la pierna derecha y en la izquierda una media can-can. Quiero bailar en el Moulin Rouge con Josephine Baker y las bailarinas de Degas.
Quiero un sapo en la barriga y no convidados de piedra.
Quiero una casa en el Mediterráneo para sentarme a mirar el atardecer en mi vejez. Y en mi próxima niñez, quiero Disneylandia y el Italpark.
Quiero ser el Ave Fénix y renacer de mis cenizas, antes que reencarnar en un tatú carreta.
Quiero un pasaje a la Isla de la Fantasía, y hacer un nido en el campanario.
Quiero quinientos pares de pies, para seguir caminando el mundo, y ganar la Maratón de Manhattan.
Quiero el Muro de los Lamentos, un sueño imposible, la Garganta del Diablo y un día contigo. Sin tí ya llevo años.
Quiero ser y no ser, reír y llorar, amar y odiar, o quiero todo lo contrario que vendría a ser lo mismo.
Quiero encontrarte y perderme, perderte y encontrarme, hasta que me canse de buscar y te encuentre por ahí perdido en mis ojos.
Quiero lo que siempre quiero y lo que no quiero también.
Y obviamente, quiero a George.




jueves, 4 de junio de 2015

Marchando se hace la gente.

Y hoy me fui a la marcha #NiUnaMenos. Fui sola. Mis acompañantes de toda la vida decidieron no sumarse. Las muy hijas de puta, cuando tienen que apoyarme en algo, no aparecen. Sólo están para joderme. ¡Sí, a ustedes les hablo! A mi otro yo y al yo de mi otro yo. Dos turras. Si hubiesen estado el día que conocí a los que me mandaron al psiquiatra, quizás hoy no estaría escribiendo este blog.
Ahí estaba, solita con mi alma, en el medio de una multitud con mayoría de mujeres, escuchando historias de violencia. Y me pregunté porqué por tantos años, me costó aceptar que yo también fui víctima de la violencia. De esa que no deja heridas visibles. De esa que no te animarías jamás a denunciar, porque es poco posible de demostrar. La psicológica. Si bien no es una cicatriz palpable, no es imposible de ver. Si sos un poco avispado, y mirás bien, te vas a dar cuenta dónde están.
Pero bueno, volvamos a la marcha.
Mucha gente. Y cuando digo mucha, es MUCHA. No apto para claustrofóbicos, o con fobias sociales. Después de haber superado mi pánico a los aviones, esto me parecía pan comido. Pero no. De golpe me ví arrastrada por una turba impaciente por acercarse a vaya saber dónde, porque era imposible acercarse a ningún lado. Para donde miraras había gente. Gente grande, gente mediana, gente adolescente (que descubrí también es gente), y miniaturas de gente llamados niños. En el espacio que cabe una persona, estaban paradas tres. Te preguntarás cómo. Yo también. Aunque te puedo decir que a una la tenía parada sobre mis pies.
Y de estar ahí sola, pasé a estar acompañada, o mejor dicho encolumnada, detrás de los ferroviarios, después de los del MTP,  del STP, de los barrenderos municipales, de la Izquierda Unida, de los Boyescauts de Mataderos, del centro de estudiantes del colegio Municipal de Trinidad y Tobago, del Movimiento Evita, y del movilero de Infama.
Luego de varios intentos fallidos de aferrarme a un camión de TV para no seguir siendo arrastrada por la multitud, decidí dejarme llevar por la corriente y ver si me acercaban hacia alguna calle adyacente con menor tránsito de seres humanos. Tras 45 minutos de incertidumbre, logré escaparme por la calle Ayacucho, donde tomé un taxi y huí, por 145 pesos, a mi casa. Salen caras las manifestaciones. Tomo nota para la próxima.
Y acá estamos, de nuevo reunidas en casa, yo, mi otro yo, y el yo de mi otro yo, deseando que al gato de al lado se le pase el celo, o que su dueño decida castrarlo de una vez por todas y deje de andar haciendo la chanchada en mi balcón.
Quiero NiUnaMenos, pero también los quiero en cana a los causantes de que tengamos que exigir ni una menos.
Quiero un mundo de rosas sin espinas y un árbol de veinte asientos.
Quiero un cartel que diga #LaFelicidadExiste, y una marcha del amor.
Quiero un repasador para el olvido y una olla a presión que no chille.
Quiero una planta de naranja lima, y un limonero repleto de paltas sin carozo.
Quiero un noticiero de buenas noticias y un libro que cuente las horas, los minutos y segundos.
Quiero una mano amorosa, un lápiz afilado y una hoja en blanco, para escribir nuevos capítulos de mi vida.
Quiero mi vida, vivida casi de la misma manera ,pero con algunos cambios. Quiero poder decir, si me vas a querer de ése modo, mejor andate. Quiero querer otras cosas sin que me traten de idiota. Quiero perder el miedo a caminar por la calle y encontrarte.
Y por último, quiero. Porque siempre quiero. Porque no conozco otra manera de vivir, que vivir queriendo.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Neiborjud o Buenos Vecinos.

Ellas me están abandonando gracias a Dios. Sólo estamos quedando yo y mis otros yos.
De a poco la cosa se va normalizando. Ha vuelto Soysola para quejarse.
Mi casa sigue tomada por dos albañiles que levantan paredes y paredes, y parecen no terminar nunca.
Mientras no la dejen sin puertas, está todo bien. Por algún lado vamos a necesitar escaparnos. Nosotras, y alguna que otra visita. Bah, a la visita lo más probable es que la echemos. Seamos sinceras. A estas alturas de la vida, no nos vamos a mentir...y tampoco nos vamos a creer.
Mientras de fondo suena la televisión argentina del siglo veintiuno, y mis putos vecinos gritan los goles de River, empiezo a querer lo que creí que ya no quería.
Quiero mi casa!! Sí. Esa que odié. Esa que puteé miles de veces. Extraño a mis compañeros de edificio. Aquellos que hacen fiestas de noche, a la vecina que camina con zuecos de madera a las tres de la madrugada, a la vieja chota del cuarto que deja el ascensor abierto. Esa es mi gente. Añoranzas que le dicen. ¿O es la maldición de los vecinos conservacionistas de los adoquines de Belgrano?
¿Quién soy sin ellos? Soy sólo la nueva del inquilinato moderno, llamado departamento con "amenities".
¿Qué amenities la conchaesumadre?¡A mi nadie me ameniza acá!
Pensé que los famosos servicios, eran mínimamente serviciales. Pero no. Yo toco el timbre que me regalaron (ring for sex), insisto, pero nada...
Además, estos también son insoportables como los de Juramento. La diferencia está, en que a los de allá les tengo cariño, y a los de acá ni los conozco y ya los odio.
Empecemos por decir que por piso hay treinta y ocho departamentos de un ambiente. O sea, tengo treinta y ocho rompepelotas de quienes quejarme. En realidad setenta y seis. Porque están los de mi piso y los de arriba.
Moran aquí a saber: el famoso quema-tostadas te abro la puerta del pasillo para ventilar, la pendeja que pone música alternativa a todo volumen, el desgraciado que a las once de la noche en punto le pega una patada al gato y lo hace chillar y la parejita de enfrente que tiene un perro jadeador, por nombrar algunos vecinos y el infaltable niño tira-cosas. El portero, ése no podía fallar, que te aspira la alfombra (sí, alfombra, como escuchaste, acá el pasillo tiene alfombra. Conchetez de la era moderna) a las ocho de la madrugada. Los okupas de lavadoras y secarropas comunitarios, que te hacen bajar cuatrocientas noventa y cinco mil veces cargada de bolsas y el Skip, y no son capaces de anotar un:" che, la próxima en lavar es la del 504", así no te sentís una sherpa yendo y viniendo.
Y no quiero olvidarme ni sacarle mérito a los putísimos camiones de basura, que paran exactamente debajo de mi ventana.
Juramento que el tiempo ha borrado, que juntos un día nos viste pasar...desde que me fui, triste vivo yo, Juramento amigo yo también me voy...
Quiero mi casa de vuelta, con paredes o sin ellas. Quiero el cemento alisado y la buclera. Quiero mi plancha de bifes y el rallador de queso.
Quiero los resortes gastados de mi cama, a los elásticos nuevos de las medias chinas.
Quiero las galletitas Boca de Dama con el té del recreo, al timbre moderno de los celulares.
Quiero una mesa, un sofá, un inodoro conocido a uno por conocer.
Quiero el maíz, el pochoclo y la pochoclera, como quiero la chancha, las veinte y la máquina de hacer chorizos.
Quiero querer por querer nomás, y no querer por no querer nomenos.
Quiero la presidencia de un hotel alojamiento, a la portería de la Rosada.
Quiero un lago lleno de nenúfares, un árbol de cerezo, y un jardín de infantes.
Y por último aunque cada día lo quiero menos, como no encontré a nadie más a quién querer, quiero a George con dientes de plástico y todo.



domingo, 17 de mayo de 2015

A vos no te va tan mal, gordita...

Henos aquí, enteras, a pesar de nosotras mismas.
Últimos preparativos pre-inauguración del taller, y se nos ocurre martillarnos un dedo y hacernos una self traqueotomía con la engrampadora. Eso nos pasa por discutir entre nosotras (yo con ellas, ellas con mi otro yo, el otro yo de mi otro yo conmigo, etc...)mientras trabajamos con maquinaria pesada.
Aún así, machucadas y todo, hemos llegado al día D. O sea, el día deinauguración. Agotadas, quemadas, martilladas, engrampadas, gordas, quebradas y llenas de moretones, pero felices.
La casa está en ruinas, la vida está dada vuelta, y sin embargo no nos importa nada. Miramos nuestra obra y sonreímos. El taller está listo. Ahora no nos queda más remedio que trabajar, cosa a la que le rehuímos gran parte de nuestras vidas.
Mirando hacia atrás, hacia adelante y para cualquier costado que se nos ocurra, nos damos cuenta, que a nosotras lo que nos gusta es armar. O sea, nos encanta el quilombo de los preparativos, y después no sabemos qué hacer con todo esto que nos quema en las manos. En definitiva, no es una novedad, pero todo lo que implique la palabra comprar, es nuestro ideal de trabajo.
Deduzco (yo sola) que erramos de profesión y deberíamos haber sido decoradoras de talleres de cerámica, o en su defecto compradoras con título certificado por Harrods, Gath & Chávez.
Pitos, matracas y globos preparados para el corte inaugural de la cinta del Titanic.
Como siempre que una es anfitriona, laburaste como una bestia, transpiraste como una cerda, y no lograste sentarte a cruzar dos palabras con ninguno de todos tus invitados, durante las cuatro horas que duró el evento, pero sos feliz como perro con dos colas. Y hablo en singular, porque mis otros yos y ellas, lo único que hicieron fue accidentarme. No movieron el tujes para otra cosa que no sea morfar.
Pletzales van, sanguchitos vienen, hemos pasado una jornada rodeadas de familia, colegas y amigos, absolutamente maravillosa.
¡Oh surprise! ¡Soysola no se queja! ¿Qué pasó? ¿Murió la Tana Ferro?¿Shorsh dejó a Alainmundina?
No señores, no se acostumbren. Es como en Alcohólicos Anónimos, sólo por hoy.
¿Para qué ocultar que de vez en cuando sabemos ser felices? Pero para no perder la línea de conducta que nos caracteriza, esta semana que viene, empezamos a quejarnos de la obra de reconstrucción de nuestra home sweet home, hoy mejor llamada, Bagdad sweet Bagdad.
Pasemos a un par de pedidos del día de la fecha...No, no tenemos. Estamos demasiado cansadas hasta para pedir.
Ahora sólo nos resta recuperarnos un ratito para poder putear la semana entrante.
Nos vamos a dormir, con la sensación del deber cumplido y una falsa sonrisa en la cara. Más que sonrisa, es una mueca típica del estoy empastillada.
Perdón, una última cosa...encontré algo que quiero...Una semana entera de masajes y una oportunidad para usar el timbre que me regalaron mis compañeros, que dice RING FOR SEX.




sábado, 9 de mayo de 2015

En pie de guerra

Como era previsible, no cumplo con mi palabra. La necesidad de escribir es más grande que la de mantenerme callada.
Ya sabemos que nosotras no podemos tolerar el silencio. Si no hablamos o escribimos, corremos el riesgo de morir ahogadas por nuestra propia lengua.
Las experiencias nos suceden vertiginosamente, algunas más amenas que otras, pero experiencias al fin. Mudanzas, arreglos, y sucesos varios, hicieron que algo explote en el cableado eléctrico y se quemara la térmica.
La locura no es cosa fácil de sobrellevar, y nosotras no somos la excepción. Nuestras múltiples personalidades se reproducen cuál esporas en el aire, y ahora somos yo, mi otro yo, el yo de mi otro yo, el otro yo de mi otro yo, y ellas. Ellas son nuevas, y muchas. Son como semillas de amapola pegadas a la yema de huevo. Son millones y molestas. Son peores que moscas.
Hablan todas juntas y no se escuchan, y obviamente menos nos escuchan a nosotras, las habitantes originales de la cabeza que llevo sobre estos hombros.
No paran nunca. Hablan y hablan y hablan. Piensan. Y lo hacen a toda hora. Hasta cuando duermen. Son insoportables. En realidad todavía no entendemos quién las invitó a nuestra cabeza, pero las queremos echar. Nosotras no somos lo que se llama "unas buenas anfitrionas". Pero las muy guachas se resisten como los piojos. El tratamiento que nos hacía mamá en Miramar, cuando salíamos del cine rascándonos la cabeza, - nos la envolvía con un trapo de piso embebido en kerosén y nos sentaba en el porche a pleno sol-, no parece haber matado ni las liendres. Sólo mató nuestras neuronas y multiplicó las células de los pensamientos raros. Las guachas ellas, no quieren irse.
Así que hoy, estamos aquí, reunidas en Congreso General Constituyente, en nuestra cavidad craneana, sin la voluntad y elección de las neuronas que la componen, en incumplimiento de los pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión de las personalidades múltiples, afianzar la demencia, consolidar la guerra interior, proveer a la defensa de los yos, promover la expulsión de las ellas, y asegurar los beneficios de la libertad para mí, mi otro yo, el yo de mi otro yo y el otro yo de mi otro yo, y ningún otro habitante que ande pululando por ahí, invocando la protección de Dior, fuente de toda necesidad innecesaria, ordenamos, decretamos y establecemos, que esta cabeza es propiedad privada. Privada de razón por lo menos. ¡Vivamos nosotras las federales, fuera las malditas unitarias!
Apenas a segundos de creada esta Constitución, la rebelión está llevándose a cabo por parte de ellas.
Siendo de madrugada, nos vamos a dormir vencidas, esperando que mientras ellas complotan para apoderarse de todo nuestro cerebro, no se acuerden de venir a molestar en los sueños.


viernes, 17 de abril de 2015

Literatura pesimista

Algo debe andar mal en casa de las Soysolas, no nos quejamos mucho y no hablamos de Shorsh.
Estamos cansadas. Un poco sobrepasadas por el nuevo taller, el embalaje, próxima mudanza y obreros en reparación. En peso también.
Ya no pido, ya no pienso, ya no quiero. O sí quiero, pero quiero paz.
Reitero, si no quiero ni a Shorsh, es porque algo está podrido en Dinamarca.
Eso sí, seguimos teniendo esos pensamientos chotos, como por ejemplo hoy mientras nos duchábamos: "es la última refacción que hago en esta casa. Por lo menos me tiene que durar veinte años, hasta los sesenta. ¿Hasta los sesenta dije? ¿Dónde puse los nueve años que me sobran de los cuarenta? ¡Dentro de veinte años voy a estar por cumplir setenta la remilputamadrequeloparió!
Siempre optimistas nosotras...Es un mal heredado de mi madre. Y de mi padre, que en paz descanse.
No sé porqué la gente espera que seamos más optimistas, cuando nacimos de dos seres maravillosamente pesimistas. Y con un abuelo materno, irónico y cínico, odiado por todo el mundo, menos por nosotras, que justamente lo que más amábamos de él era su sorna , su maldad y fatalismo.
Lo extraño a Don Salomón. Un genio de la crítica familiar.
Vamos a intentar corrernos de los buenos recuerdos, porque no es hora de andar añorando, es hora de andar queriendo.
Quiero recuperar mi casa ordenada, y una vida dislocada.
Quiero vivir en Springfield con los Simpson. Un marido amarillo como Homero y el pelo azul de Marge. Bueno, ya tuve un marido así, sólo me falta el pelo.
Quiero plantar un libro, escribir un hijo y tener un árbol. De la manera correcta ya no hay posibilidades. Nunca las hay.
Quiero ir a Australia a saltar con los canguros. Sé que podría hacerlo acá, pero la gravedad del país hace que mi culo pese el doble. Y en Australia tengo el incentivo del viaje.
Quiero que me guste el tequila, para chupar un limón. Aunque pensándolo bien, no sé si es exactamente lo que quiero chupar.
Quiero las Cataratas del Niágara para llorar cuál ídem y de paso hacer un clavado como Tarzán sin liana.
Quiero pagar los platos rotos, porque es un síntoma de haber vivido intensamente. Imaginate una vida con todos platos enteritos, sin ninguna cachadura. Un embole.
Quiero volver a tener cuatro años y que mi papá me llame Dulcinea del Toboso, y el portero de la calle Ayacucho, Piquito de Oro. Esos eran tiempos felices. Hoy mi viejo no puede decirme nada, y el portero sólo me dice "señora".
Quiero un destapador de cañerías obsoletas, antes que la obsoleta cañería que tengo para destapar.
Quiero a las mariposas libres y las cucarachas en prisión.
Quiero el tiempo que perdí sin darme cuenta, y que me devuelvan las esperanzas que colgué en algún tilo y ahora no las encuentro.
Y por último, hoy, quiero al genio de la botella y pedirle cuatro deseos. Uno, veinticinco kilos menos ,dos, a George Clooney, tres a George Clooney, cuatro a George Clooney. Conste que pedí primero por mi salud, no va a ser que piensen que tengo una obsesión con Shorsh.



domingo, 29 de marzo de 2015

Chaperona by night

Mejor escribo ahora, porque después de mi última velada, lo mas probable es que me olvide.
La vida es cíclica y como tal, mi madre me cuidó de niña y ahora me toca a mí cuidarla a ella.
Quienes son madres, yo no, saben que una de las tareas que conlleva la maternidad, no es sólo la de proveer amor y bienestar, sino también la de llevarlos al médico, al colegio, actividades extra curriculares y cumpleaños de amiguitos.
Bueno, esta noche, me tocó llevar a mi madre al cumpleañitos de ochenta de una amiguita.
¡La venganza será terrible!, debía estar pensando mi vieja, por todos los años que me bancó de adolescente rebelde y caprichosa.
De más está decir que yo era la menor de la fiesta junto con la octogenaria cumpleañera. Fuí invitada con el único propósito de que mi señora madre se dignara a dejar el trono en casa y fuera al festejo.
Y ahí estábamos, yo, mi otro yo, y mi madre, sentadas, tipo Bat Mitzvá, en la mesa cinco, con otros cuatro compañeritos de salita....geriátrica.
A ojo de buen cubero, podríamos decir  que entre los asistentes, sumábamos 4214 años, repartidos de la siguiente manera: 48 invitados, más la festejada, a un promedio de 85 años ( pongámosle entre 80 y 90= 85) da un total de 4165 + mis 49= hacé la suma.
Lo que se dice, una partusa. No sé si me sentí una piba, o una pobre desgraciada.
Empezó la música, con Palito Ortega y Leo Dan a la cabeza, y los que no tenían bastón salieron a bailar. Pongámosle, unos seis en total. Yo aduje, una trocanteritis y rinitis alérgica, con lo cuál me puse a tono con el resto de la concurrencia, no era cuestión de humillar.
A mi gusto la música estaba un poco alta, cosa que no era un problema para el resto, ya que con bajar el volumen del audífono, terminado el asunto.
Así que yo escuché a Palito, Leo, Juan Ramón y Sótano Beat, a 98 decibeles, que evidentemente no perturbaban a los invitados.
Llegó la comida, y los chicos ya habían comido mucho calentito y sanguchito, así que casi no me comieron el plato principal. No hace falta aclarar, imagino, que todo el catering era sin sal y preparado para no tener que usar cuchillo. No voy a ser mala, ni irónica ni sarcástica, porque algún día daré gracias a Dios de que me traigan la comida ya cortada. Hipertensa ya soy.
A las once de la noche, la reina madre quería la carroza porque, no sé, parece que tenía miedo de convertirse en calabaza. Y como Carlitos Balá , empezó, ¿(mamá) cuándo nos vamos?
Y ahí terminó mi noche de joda loca, a las 23:15.
Reitero, sostengo y ratifico, mi deseo de ser empujada por la borda de un crucero en el Caribe, ya que no voy a tener quién me lleve a los cumpleaños de mis amigas, si todavía tengo alguna a esa edad.





domingo, 15 de marzo de 2015

¿Viva la adultez, carajo?

Juro que no tengo problemas con la edad. Sólo que me sorprende tener cuarenta y nueve años ya.
Si hasta hace poquito era una pendeja ¿cuándo, cómo y dónde me convertí en adulta?
Hace exactamente veintinueve años que vivo sola, con la intermitencia de un matrimonio y alguna que otra pareja conviviente y no conviviente.  Acabo de buscar en la Rae.es la palabra intermitencia y  este fue el resultado: Intermitencia (de intermitente) 1.f.Cualidad de intermitente. 2.f.Biol. Discontinuación de la calentura o de cualquier otro síntoma que cesa y vuelve.
En mi caso, aplica cualquiera de las dos acepciones.
 ¿A qué venía todo esto? ¡Ah, esperá que me acordé! La vejez. O la adultez, como prefieras llamarla.
De compras por el supermercado, me encontré con una especie de primo que no es primo, pero es como de la familia. El ahijado de mi papá.
Conversación:
Soysola (S): Pst, pst, hey
Ahijado (A): Hola! ¿Qué hacés nena?¿Todo bien?
S: Sí, todo bien, ¿vos? ¿la familia?
A: Perfecta! Baruj Hashem (n.de la r.:no comments de mi parte)
S: ¿Tu mamá?
A: Bien por suerte! ¿La tuya?
S: Nos va a enterrar a todos, o sea, bien. Seguí comprando y después nos vemos.
Pasados diez minutos coincidimos en la misma caja del súper.
S: Ayyy...Mañana tengo que madrugar porque voy al cementerio. El año del papá de mi mejor amiga¿viste? Y ya que estoy, voy a ver a mi viejo y a todos los conocidos. Compré como diez paquetes de flores.
A: Ché, ¿viste lo que pasó con la tumba de mi papá? ¿No me hacés el favor y te fijás si la arreglaron y me mandas un mensaje? Los de la AMIA me dijeron que lo iban a solucionar pero no lo hicieron.
S: Pensaba pasar a dejarle una flor a tu viejo. Yo también tuve pelea con la Amia por el mantenimiento del monumento de mi papá. Unos guachos, como todos.
A: Yo no voy hace como un mes.
S: Bueno, me voy. Te aviso mañana. Mándale un saludo a la familia.
A: Beso
De camino a casa, me puse a reflexionar. ¿Estas van a ser mis charlas de pasillo y no tanto, de ahora en más? ¿Quién se murió ahora? ¿Qué medicación tomás?¿Cuál es la mejor agua baja en sodio? ¿Conoces un médico especialista en artrosis, cadera o miembros inferiores¿
Me salió un grano en el tujes y no sé con qué combatirlo,¿tenés alguna receta?
Estoy constipada ¿vos qué tomás? Etc.
Siempre pensé que antes de tener Alzheimer, preferiría morirme, pero ahora lo dudo.
¿No es mejor llegar a los ciento cuatro años cuál Magiclick, y vivir en una nube de pedo? No te acordás de nada, no reconocés a nadie, comes cuatrocientas veces por día, gracias al no registro de la ingesta anterior, y todo te chupa un huevo. Todos los días conocés una persona nueva, aunque sea tu sobrina, tu madre, tu marido o tu hijo, porque no te acordás quién es. O sea, hay una vida social activa, o de lo contrario, al no registrar nada de nada, igual todo te importa un carajo y haces tu vida. No sufrís porque no sos consciente, y los que sufren son los demás, que seguramente en algún momento de tu vida lúcida te cagaron la misma., que se jodan!...Y lo mejor, es que no recordás qué edad tenés.
¡Ya sé!¡Ya veo a unos cuántos críticos diciéndome, flaca (gracias por lo de flaca) ¿estás loca? ¿Qué decís? ¿Ya pensás en esas cosas y todavía no cumpliste los cincuenta?
A mi me enseñaron : más vale prevenir que curar. Y dejar todo prolijito y arreglado para no generarle molestias a los demás.
Ya con la experiencia doble en una misma semana, de haberme metido a la ducha con los anteojos puestos, es un síntoma de que algo no anda bien. Más, que últimamente me es mucho más fácil expresarme por escrito que vía oral, porque no recuerdo palabras fundamentales como por ejemplo, paralelepípedo, telescopio, o el nombre de mi manicura, la cosa da qué pensar. Tampoco me acuerdo lo que tengo que hacer en el día, por más que lo anote en veinticinco papeles y agendas, porque obviamente, no sólo no sé dónde dejé los papeles, sino que no me acuerdo en qué agenda anoté todo lo demás. El síntoma más grave de todos es que no me acuerdo que tengo que ir al psiquiatra.
Sí, soy un tanto apocalíptica y me gusta. Me siento cómoda. ¿Qué sería de Soysolapuntocom, si no fuese Soysola y su necesidad de controlar el futuro?
Aclaro que no oscurece, deseo fervientemente que se encuentre la cura del Alzheimer.
Por ahora, déjame soñar con un mundo ideal, en el que no me tenga que preocupar por nada y los demás se ocupen de mí.
Ah! Eso sí, jamás me olvidaré de George Clooney.


martes, 10 de marzo de 2015

Hoy, tema: la vaca o apología de la ignorancia

¿Qué es esta nueva modalidad de los adolescentes argentinos?
Esta madrugada, a las 6.30 para ser exacta, yo y mis otros yos estábamos plácidamente durmiendo cuando fuimos despertadas al clamor de los bombos tehuelches, en su versión cuasi peronista en Cancha Rayada. Al grito de eoe, eoe, eoe salchichas con puré,  pitos y matracas, silbidos y cánticos varios, grupos de adolescentes del orto, festejaban el primer día del último año de colegio.
Media hora estuvieron rompiendo los quinotos, como si las calles de Buenos Aires les pertenecieran.
¿Dónde se ha visto en el mundo, que un adolescente festeje ir al colegio?
No, si nuestros jóvenes están muy mal...Esta va a ser la próxima dirigencia política...¡Dior me libre!
Chicos éramos los de antes, que odiábamos el secundario, que nos costaba levantarnos a las 6:45, ¿mirá si nos íbamos a despertar antes, para festejar el comienzo de un nuevo año lectivo?
¡No, no, no, no, no señores!¡Esto no está nada bien!.
¿Qué se puede esperar de esta juventud? ¿Que el día de mañana sean políticos decentes? ¿Y qué vamos a hacer con tantos años de crecimiento en analfabetismo?¿Para eso se han deslomado estos últimos gobiernos? ¿Para que dentro de dos generaciones vengan jóvenes adultos instruidos a querer un país como la gente?
Estamos mal, señores. Hay que hacer algo urgente.
Y acá la célebre frase que diría cualquier persona mayor de 70: esto es culpa de la tecnología.
Claro, los pibes te están online todo el tiempo, comunicándose unos con otros, y de pronto te organizan una fiesta del primer día. Es que están al pedo. Demasiadas vacaciones, diría mi madre.
No tienen otra cosa que hacer que ponerse a joder con la computadora, los whatsapp y deciden que todos tienen ganas de ir a estudiar.
¡Menos mal que no tuve cría, que si no, les prohibía ir a semejante festejo! No serían dignos hijos míos.
Yo no te estudiaba nada. Y así salí. Bastante bien. Escribo decentemente, sin faltas de ortografía, gracias a maestras como Elena, que te hacían repetir una carilla con la palabra que te habías equivocado. Soy artista plástica, te conozco de pintores y escultores, bastante de historia, aprendí un poco de química y en los programas de preguntas y respuestas, el 98% de las respuestas las sé, y además te hablo varios idiomas.¡Eh! ¡Tan mal no me fue!
Mira si estos nuevos estudian, qué nos depara el destino...
Por lo tanto hoy queremos, encontrar a la Prof. Casoward para decirle:¿viste conchuda que muy a pesar tuyo, terminé el secundario y me convertí en una persona de bien?
Quiero un cuaderno Rivadavia de hojas rayadas, para escribir cien veces, no debo ser un mal ejemplo.
Quiero seguir divagando y que me digan loca. No me avergüenzo ni me arrepiento.
Quiero un posgrado en Quejidos y Caras de Tujes. Es la carrera del mañana. Como el marketing.
Quiero un Shorsh o un símil. De a poco voy aceptando que no va a dejar a Aladina.
Quiero un Lago de Como para mí sola, y un pañuelo de seda italiana.
Quiero quererte más que nunca, y que nunca no llegue jamás.