martes, 27 de octubre de 2015

Un trago de naranja amarga.

Yo te tardo, ya sé. No soy una bloggera como los demás. Lo mío es el delay.
Es que como somos tantas en una sola, hasta que nos ponemos de acuerdo, nos toma un tiempo.
Ayer fuimos a votar. Cada una votó a un candidato diferente. Imaginate. Una a Stolbizer, la otra a Massa, la tercera a Macri, y la cuarta, te cortó boleta por Del Caño. Al compañero Scioli ni locas. Ni aunque hubiese sido la única lista. Cualquier cosa menos peronistas. Eso lo mamamos de chicas. Igual que no te pisamos Polonia, no te votamos un peronista ni en pedo.
Bueno...ni en pedo es un decir, porque salvo Margarita, los demás son ídem para los chanchos.
Y aquí estamos, agradecidas que no vamos a estar para el ballotage, porque ahí te queremos ver paisana!
Se nos acerca un viaje. El pre-50. Así como hay un sub-20, nosotras entramos en el pre-50.
Estamos en la recta final. Nos faltan 77 días. Te lo contamos como los chicos que esperan sus 18, pero con cero alegría. A los dieciocho tampoco teníamos alegría. Nosotras NUNCA fuimos alegres.
No conocemos esa palabra y menos ése sentimiento. Siempre fuimos amargas. Podés preguntarle a quién quieras.
A los 15 le andabamos diciendo a los chicos: "para hablar pelotudeces, preferimos quedarnos calladas". ¡Una pinturita éramos! Nuestras amigas, agradecidas. Jamás les sacamos un candidato.
Y es aquí donde encontramos el hilo conductor de esta entrada. Los candidatos. Son lo mismo los presidenciables que los que se nos acercaban en aquella y en todas las épocas. Inservibles.
Los servibles, obviamente, nunca fueron tomados en cuenta. Y así les fue...mucho mejor de lo que les podría haber ido con nosotras. Ellos son felices, nosotras no.
Y no lo decimos para que nos tengan lástima. Si hay algo que no merecemos es la lástima de nadie. Nos forjamos nuestro destino nosotras solas. Sin la ayuda de nadie. Bueno...un empujoncito de nuestros ex maridos y parejas, hubo. No vamos a quitarles mérito. Aparecen en los créditos de la película.
Pero como el país, nosotras tenemos lo que nos merecemos. O sea, un futuro de mierda. Y seguimos encontrando similitudes entre la jornada democrática de ayer y nuestra anarquía sentimental. Macri 1-Scioli 0, George Clooney 1- Elizabeth 0.
Era un dobles, como en el tenis. Hay uno que recibe todas las pelotas.Y no somos nosotras justamente.
Ahora andamos con la esperanza de que en nuestro próximo viaje, nos encontremos con Shorsh sin Almohadina. Si alguien sabe dónde vive en Ñuyork, que pase el dato. Yo y mis otros yo se lo agradeceremos con nuestro voto.
Próximamente, bitácora de viaje.





domingo, 18 de octubre de 2015

Marche un baño de agua y sal

Esperá que me recupero y te cuento.
Muy a pesar de Máximo Ravenna entramos en el vestido de fiesta.
Estamos en la etapa en que se te casan los hijos de tus amigos, los de tus primos y en algún momento, los de tu familia directa. Ya hemos hablado de estos menesteres en estos dos últimos años, pero no está demás repetirlo, a ver si de una vez por todas a vos te entra en la cabeza, que nos estamos poniendo grandes.
De ser, hace no muchos años, parte de la juventud que ocupaba el centro de la pista, pasaste
 sin darte cuenta, a ser la generación que baila en el borde. O sea, la famosa bordeadorea. Sos parte de "los viejos". "Los viejos", sea porque sos la madre (o padre) de alguno de los novios, tía, prima o porque pertenecés a ése minúsculo 1% de invitados que los contrayentes ceden generosamente a sus padres, para que inviten al enlace.
(Mientras escuchamos de fondo a Lanata, entrevistando a un grupo de imberbes hablando de política, no podemos dejar de notar, que deben tener la misma edad que la juventud que anoche se ponía en pedo, bailaba y saltaba frenéticamente al son de Agapornis, y pensar ¡dios mío, estos son los gobernantes del futuro!)
Volvamos a la noche de anoche, valga la redundancia.
¿Cómo darte cuenta que estás mayor?
1) Las únicas personas más grandes que vos, son tu madre y los abuelos de los novios.
2) Durante la ceremonia, no parás de moquear y acordarte del novio cuando era chiquito.
3) El barman de la barra te dice: si quiere le hago un trago con menos alcohol.
4) Tu comida es sin sal.
5) Intentás acercarte a bailar con los novios el famoso Hava Naguila, y salís eyectada cuál cañita voladora, al chocar con una pared de treintañeros.
6) Los únicos sobrios son tus compañeros de mesa, mayores como vos, y los de las mesas de al lado de los parlantes, o sea, los ancianos de verdad.
7) Tenés faja debajo del vestido y miras con nostalgia, u odio, a las hermosas mujeres de veintipico, que usan transparencias y andan sin medias.
8) Te pasás toda la noche quejándote de la altura del taco de tus zapatos, y bailás cortito, sin saltar mucho, porque los pies te están matando.
9) El volumen de la música te resulta insoportable.
10) No reconoces ninguna de las canciones remixadas, y puteas al dj que no pone música de los 80.
11) Preguntas ¿Esos son los Agapornis? Ahhh, mira vos!
12) Al momento de retirarte, tipo siete de la mañana, estás pensando cómo carajo vas a hacer para recuperarte esta semana.
13) Tras semejante desgaste físico, igual te despertás a la hora de costumbre, añorando esas épocas en las que dormías como una marmota, doce horas seguidas.
Podríamos seguir enumerando, pero para qué seguir torturándonos. Bastante tenemos con que se acerca nuestro cumpleaños número cincuenta, y todavía andamos con el pescado sin vender.
En fin... a pesar de los síntomas del avance del tiempo, te sentís plena por haber podido disfrutar de una fiesta hermosa, y estás deseando en tu interior, que el próximo casorio sea al mediodía.


martes, 6 de octubre de 2015

Quiero

Esto de no querer nada hace tanto tiempo, me recordó que si no pido no tengo. El no, ya está asegurado.
Quiero veinte años menos, para repetir durante veinte años más los mismo errores.
Quiero seiscientas sesenta y seis rosas rococó rosadas para armar una corona fúnebre en el cortejo de mi vida.
Quiero un tulipán abierto, y una abeja reina sentada en el centro.
Quiero un televisor de setenta y siete pulgadas, para ver la ceremonia del té de tilo en HD.
Quiero papar moscas como a los quince. A los cincuenta las moscas entran por la boca y ya no salen.
Quiero el peinado, las tetas y la voz de Dolly Parton. Por ahora sólo llegué a ser como Dolly, la oveja clonada.
Quiero un caballero andante, un perro andaluz y los molinos de viento. A Sancho ya lo tengo adentro.
Quiero la salud perdida. La encontrada no me gusta, y no aceptan devoluciones.
Quiero corto mano, corto fierro, para después poder amigarnos,  hacer las paces con palomas blancas, y que nos caguen en la cabeza. Es de buena suerte, dicen.
Quiero germinar un poroto, plantar tomates y cosechar tempestades.
Quiero sacarme un diez en el examen de ortografía, para escribir sin faltas, que me falta todo y me sobra un poco de amor.
Quiero todo tiempo pasado que fue mejor, al presente inhóspito y a un futuro incierto que no sabemos qué nos depara.
Quiero cien años de soledad, antes que uno más con el viejo choto.
Quiero no saber nada de nada, ni mucho de poco, ni todo de nadie. Prefiero seguir siendo una ignorante de las miserias ajenas.
Quiero un George, un De Niro, un Downey Jr, y a todo el Ocean Eleven. Incluido Elliot Gould, aunque preferiría a Elliot Ness. Pero no es judío.
Quiero ser un cuadro de Klimt, y no ser el cuadro inerte que yace en el fondo del barco hundido.
Quiero ser una barra espaciadora, a la tecla trabada de tu teclado obsoleto.
Quiero eaea pepe, un kilo y dos pancitos.