jueves, 30 de diciembre de 2021

Se viene el ¿feliz 2022?

 Mientras escuchamos un recital a cinco cuadras de casa, sin poder identificar a la banda, por nuestro escaso conocimiento musical, se nos está yendo el 2021.
Así a través de nuestro telescopio, el flaco parece Joquín Levinton, de Turf, pero también es cierto que no vemos ni con anteojos ni triple aumento.
E igual se sigue yendo el 2021 y nosotras cada vez más grandes, maduras, mayores, viejas o como corno quieras decirlo.
En pocos días más pasaremos a estar más cerca de los 60. En cuatro cortos años, Osde  y el Mautone nos empezarán a cobrar como adultos mayores. Y aún así el 2021 sigue queriendo irse. ¡Qué lo tiró de las patas!
Dos años casi en los que venimos respirando a través de un barbijo por esta puta pandemia de Covid, y si George nos pasó por al lado no nos enteramos ni nosotras ni él. 
Para aquellos que nos predijeron que con la mudanza íbamos a encontrar novio, queremos comunicarles que la pifiaron fiero. Entre el virus, el tapabocas y nuestra destreza para encerrarnos en el taller cual Houdini, sólo conocimos al de la rotisería de la esquina, que no vendría a ser justamente Alain Delon.
No nos quejamos. Ya no tenemos de qué quejarnos. De todos modos casi no se nos escucha a través del KN95, así que para qué la queja ¿no?
Bueno, sí, tenemos un montón de cosas de las cuales quejarnos. No vamos a cambiar ahora.
Amamos nuestra vida uruguaya, pero odiamos el verano y los veraneantes. 
Amamos la vista al mar, pero detestamos el edificio que durante el verano nos tapa la puesta de sol.
Amamos a los uruguayos, pero no su ritmo. No logramos que viniera un electricista en todo el año, y cuando conseguimos que nos atendiera, vino, hizo una cosa y hace dos semanas nos dijo "mañana vuelvo".
El mañana vengo de los charrúas es exasperante por no decir otra cosa. No laburaron en todo el año, y ahora que llegó el verano están "sobrepasados de trabajo".
¡Hubieses venido en agosto cuando te llamé hermano!!!
Aún así, elegimos Uruguay por sobre Argentina. Allá el que no venía era el plomero. Sólo cambiamos de rubro y con eso sólo somos felices.
Y el 2021 se va definitivamente, para dejarle paso a un 2022 incierto. Lo único cierto es que vamos a cumplir 56 irremediablemente. Nosotras quisiéramos arreglar en un 36 pero la vida no nos deja.
Como habrán notado, desbordamos de optimismo, por lo tanto sólo nos queda desearles un muy feliz fin de 2021 y un auspicioso comienzo de 2022!!
Salud! Que en definitiva es lo único que necesitamos.


jueves, 9 de diciembre de 2021

Divorcio vinculear...perdón, vincular

 Eh bo! Así, cálidamente nos recibieron los charrúas. Tras un mes en Buenos Aires, volvimos a la Madre Patria. Uruguay. Seguimos en proceso de divorcio. Es controversial. Según se mire, bien se podría aducir abandono del hogar. La cuestión es que Argentina todavía no nos quiere firmar los papeles y nosotras hace un año que dejamos de amarla.
Esto es así, qué le vas a hacer... Acostumbrate, nos dijo un sabio el día que dudamos si casarnos o no saliendo para la sinagoga, nadie se muere de esto, agregó. 
No, nadie murió, pero perdimos siete largos años de nuestras vidas. Igual que con la República. Unos treinta. Le dimos la vida entera, la mantuvimos, le fuimos fieles aún cuando nos cagó por donde se mire. Enough is enough dicen los yanquis y nosotras también.
Acá medio que todavía estamos en la etapa de enamoramiento. No nos cansamos de mirar el mar, los atardeceres, todavía creemos que los uruguayos son amables, y si bien alguien podría pensar que encontramos al amor de nuestras vidas, mmmmno. Por ahora no ponemos el gancho.
Esto se está llenando de argentinos y brasileños y nosotras ya tenemos los pelos de punta. Porque si hay alguien a quién detestemos más que a los porteños, es justamente a los cariocas, paulistas y sus derivados. 
Son ruidosos y o mais grades do mundo. Tienen las voces mais grandes do mundo. Gritan. Mucho gritan. Y ya se sabe, nosotras tenemos un problema con eso.
Aunque pensándolo bien, si tuvieramos que elegir si quedarnos con los compatriotas, que como Atila, donde pisan no crece el pasto, o los vecinos para quienes la vida es un carnaval, elegimos a los suecos, que son un poco más silenciosos y tienen Ikea.
En definitiva, a treinta y dos días y medio de cumplir años, reconocemos que estamos envejeciendo mal. Muy mal. Cada día nos parecemos más a mamá y al zeide que nunca toleraron a nadie. La paciencia la perdimos más o menos cuando cumplimos quince años. No pueden pedirnos que a los casi cincuenta y seis la recuperemos. La boleta caducó hace años y andá a reclamarle a Magoya.
En fin, Uruguay está aún en el período de gracia, cosa que puede cambiar abruptamente en cualquier momento. Groenlandia suena bien.
Y George sigue sin enterarse que existimos.