miércoles, 17 de julio de 2024

Derribando mitos italianos

Buena serata a tutti. Siamo qui en el inferno, llámeselo verano italiano.
Es tu quinta vez en Italia, la tercera en Faenza, y estás empezando a encontrarle el pelo al huevo.
Empecemos por derribar mitos italianos.
Mito uno.
En Italia la gente tiene re buena onda. Bugie, mentira.
La mayoría, debemos decirlo, tienen bastante buen humor, hasta que. Pero no es un hasta que como el argentino. El hasta que del tano es corto. Cualquier boludez puede desencadenar un ¡porca miseria! cuando menos te lo esperabas. Así, de golpe de la nada, porque le pediste que en vez de azúcar te dé una sacarina, por lo bajo, pero lo suficientemente alto como para que lo escuches, lanza un madonna santa che porca miseria, va fangulo! Y vos, no podés decirle porqué no te vas un poco a la puta que te parió, porque la palabra puta es entendible en castellano, italiano y en swahili.
Mito dos. En Italia se come como los dioses.
Ok. Certo, siempre y cuando sea pasta o pizza.
Andá a pedirte un pedazo de pollo o un bife. No, no lo pedirías por dos motivos. Uno porque los pollos y las vacas italianas no tienen gusto ni a pollo ni a vaca. No pudimos descifrar gusto a qué. Según nuestra compañera de taller, tienen gusto a goma. Para nosotras el pollo, por lo menos, tiene gusto a pavo. Es muy probable que nos den pavo por pollo, como gato por liebre. 
Motivo dos, es porque cuestan un huevo ambos, la madre del huevo y la carne.
Mito tres.
El hombre italiano es hermoso…
Te pedimos por favor que nos digas en qué parte de Italia están, porque por estos lares niente…
Todavía estamos buscando a Roberto, el que conocimos allá por el año 82 en Punta del Este, y que nos autografió una foto: A Elizabeth, “chi non ho il tempo di conoscere bene”, tal cuál como hizo con todas las minas que se le acercaron, cambiando el nombre obviamente. 
Mito cuatro. 
Los mejores vinos del mundo son italianos.
Y e vero hasta que vas de copas una noche y el dueño del boliche te dice: tenés que probar este vino, buenísimo, cosecha de la zona, y te trae un bianco con gusto a hongo. 
Mito cinco y último por hoy.
El idioma italiano y el español son casi iguales. 
Andá a entenderle a un italiano cuando te habla cosas fuera de contexto. Quiero decir, del contexto que vos entendés. Y lo mismo es al revés, salvo que les hablás en castellano y te miran como si estuvieses hablando en sánscrito.
Eso sí, descubrimos que nuestro italiano está desmejorando día a día, no sabemos si es por el calor, o porque la mitad de la gente con la que estamos, nos habla en inglés y romagnolo. A veces, cuando las neuronas se nos iluminan, logramos tener una conversación más o menos coherente.
Hay una sola cosa con la que nos sentimos totalmente identificadas con el habitante de Italia. 
Se quejan. Todo el tiempo se quejan. Y de todo. No hay cosa de y por la cuál no se quejen. Igualito que nosotras! Italia y yo estamos cortadas por la misma tijera. Italia, la cuarta hija de Rujele.


sábado, 6 de julio de 2024

Piccolo todo

Llegamos a Faenza, figurita repetida, pero es como cuando se te repite la de Messi y a vos no te importa porque está bueno tenerla muchas veces.
Palazzo Zanelli, en Vicolo Pasolini 9, queda nuestro nuevo hogar. No, no nos convertimos en reina. Aclaremos que acá cualquiera vive en un palazzo. Así como allá le decís edificio, acá se llaman palazzos. O sea, de realeza niente y menos vamos a conseguir un príncipe por estos lares. Ya los conocemos a casi todos luego de 6 años y dudamos mucho que podamos encontrarlo en la feria de la Piazza del Poppolo. Casi todo segunda mano.
Primo piano del palazzo, abrimos la puerta, y nos damos cuenta que no hay que creer en San Airbnb. Es como Tinder. Siempre te llevás un chasco.
La bañadera que tan linda salía en la foto y nosotras cantamos bingo, resultó ser cuasi como esas palanganas para bañar bebés. Nunca en la vida hemos visto un artefacto del estilo. Podría decirse que es media bañera. Medirá unos 80 cm de largo por 35 de ancho, y tiene como una especie de asiento, vaya a saber para qué, (imagínate el dibujo de El Principito donde la boa se come al elefante, esa vendría a ser la forma) por lo que nos quedarán unos 40 cm para estar paradas y otros 40 para sentarnos suponemos que para lavarnos los pies. El duchador está a la altura de mi sobrina nieta, con lo cuál para lavarnos el pelo tenemos que estudiar contorsionismo. Ni te cuento para lavarte el tujes. Si el asiento estuviera debajo de la ducha, bueno…pero no, está en la otra punta. Durante tres días creímos que la cortina también era media, hasta que nos avivamos que por lo menos daba casi toda la vuelta.
Para terminar con el baño, tiene un bidet que tampoco vendría a ser muy práctico. No sé cómo explicarlo sin ser muy escatológica, pero el agua sale por un lugar en el que jamás llegaría a destino.
Pasemos al dormitorio. 35° el día que llegamos y el ventilador no andaba. Nos compraron uno nuevo que tampoco anduvo, hasta que llegó el tercero y lo armamos mal, y ahora corremos riesgo de morir decapitadas.
La cama y las almohadas son compradas en las mazmorras del Coliseo. Creemos que están hechas de heno con un revestimiento plástico como el asiento del Gordini de mi abuelo.
Cocina y comedor, piccolinos, pero no tenemos de qué quejarnos, salvo que lo tenemos ocupado por el tender porque no hay donde ponerlo.
Calculamos que en dos meses vamos a acostumbrarnos a este lujo y luego lo extrañaremos, como solemos hacer con todo. Menos con nuestros exes que esos sí eran incómodos.
Por suerte el taller nos queda cerca y lamentablemente el supermercado nos queda lejos, cosa que hace que saquemos los bofes cargando bolsas por 15 cuadras cuando necesitamos agua, pero nos ha convertido en vegetarianas porque el pollo no sobreviviría ni muerto esa distancia, con este calor. Mirá si te volvemos flaquitas, flaquitas, como diría Susana?
Nuestro proyecto para la feria Argillá marcha lento y a paso no muy firme. El 3D es muy lindo pero cuando sabés hacerlo. Nosotras dependemos de nuestro asistente/técnico, que nos estaría teniendo una paciencia fuera de este mundo. San Alessandro di Faenza, patrono del G-Code.
Nuestras compañeras de residencia son divinas. Una es nueva, la otra es del año pasado, a la que se suma nuevamente, por fuera del circuito, mi compañera y vecina del año pasado. Así que por ese lado siamo tutti bene. Pizza y birra sin faso.