sábado, 6 de julio de 2024

Piccolo todo

Llegamos a Faenza, figurita repetida, pero es como cuando se te repite la de Messi y a vos no te importa porque está bueno tenerla muchas veces.
Palazzo Zanelli, en Vicolo Pasolini 9, queda nuestro nuevo hogar. No, no nos convertimos en reina. Aclaremos que acá cualquiera vive en un palazzo. Así como allá le decís edificio, acá se llaman palazzos. O sea, de realeza niente y menos vamos a conseguir un príncipe por estos lares. Ya los conocemos a casi todos luego de 6 años y dudamos mucho que podamos encontrarlo en la feria de la Piazza del Poppolo. Casi todo segunda mano.
Primo piano del palazzo, abrimos la puerta, y nos damos cuenta que no hay que creer en San Airbnb. Es como Tinder. Siempre te llevás un chasco.
La bañadera que tan linda salía en la foto y nosotras cantamos bingo, resultó ser cuasi como esas palanganas para bañar bebés. Nunca en la vida hemos visto un artefacto del estilo. Podría decirse que es media bañera. Medirá unos 80 cm de largo por 35 de ancho, y tiene como una especie de asiento, vaya a saber para qué, (imagínate el dibujo de El Principito donde la boa se come al elefante, esa vendría a ser la forma) por lo que nos quedarán unos 40 cm para estar paradas y otros 40 para sentarnos suponemos que para lavarnos los pies. El duchador está a la altura de mi sobrina nieta, con lo cuál para lavarnos el pelo tenemos que estudiar contorsionismo. Ni te cuento para lavarte el tujes. Si el asiento estuviera debajo de la ducha, bueno…pero no, está en la otra punta. Durante tres días creímos que la cortina también era media, hasta que nos avivamos que por lo menos daba casi toda la vuelta.
Para terminar con el baño, tiene un bidet que tampoco vendría a ser muy práctico. No sé cómo explicarlo sin ser muy escatológica, pero el agua sale por un lugar en el que jamás llegaría a destino.
Pasemos al dormitorio. 35° el día que llegamos y el ventilador no andaba. Nos compraron uno nuevo que tampoco anduvo, hasta que llegó el tercero y lo armamos mal, y ahora corremos riesgo de morir decapitadas.
La cama y las almohadas son compradas en las mazmorras del Coliseo. Creemos que están hechas de heno con un revestimiento plástico como el asiento del Gordini de mi abuelo.
Cocina y comedor, piccolinos, pero no tenemos de qué quejarnos, salvo que lo tenemos ocupado por el tender porque no hay donde ponerlo.
Calculamos que en dos meses vamos a acostumbrarnos a este lujo y luego lo extrañaremos, como solemos hacer con todo. Menos con nuestros exes que esos sí eran incómodos.
Por suerte el taller nos queda cerca y lamentablemente el supermercado nos queda lejos, cosa que hace que saquemos los bofes cargando bolsas por 15 cuadras cuando necesitamos agua, pero nos ha convertido en vegetarianas porque el pollo no sobreviviría ni muerto esa distancia, con este calor. Mirá si te volvemos flaquitas, flaquitas, como diría Susana?
Nuestro proyecto para la feria Argillá marcha lento y a paso no muy firme. El 3D es muy lindo pero cuando sabés hacerlo. Nosotras dependemos de nuestro asistente/técnico, que nos estaría teniendo una paciencia fuera de este mundo. San Alessandro di Faenza, patrono del G-Code.
Nuestras compañeras de residencia son divinas. Una es nueva, la otra es del año pasado, a la que se suma nuevamente, por fuera del circuito, mi compañera y vecina del año pasado. Así que por ese lado siamo tutti bene. Pizza y birra sin faso.


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