sábado, 24 de mayo de 2014

La genitalidad al palo (o al pedo)

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…y a mí las sorpresas ya me tienen un poco podrida.
Hemos parido la trompa del mamut en cuestión de horas. Internación de urgencia en pleno paro de médicos de prepagas. Genial! No podía pedir un día mejor para operarme! Todo el mundo con cara de orto!! Pero así lo dispuso el de arriba, y ante la duda de una posible cancelación de mi próximo viaje, más valía arriesgarse al malhumor galeno.
Por suerte no fue nada grave y los tres agujeros que me hicieron en la panza, podríamos decir que valieron la pena para quedarme tranquila de que no voy a morir próximamente, por lo menos no de esto.
Por supuesto, siendo yo quién soy, al entrar al quirófano pedí irme. Ante la negativa médica y su insistencia de que estábamos en una fiesta y pronto vendría la bandejeada de calentitos, decidí quedarme. No sin antes volver a indicarle al anestesiólogo en qué brazo me tenían que poner la vía.
Se ve que el hombre era un poco más terco que yo, e hizo su primer intento fallido, haciéndome gritar, y sangrar a chorros, con lo cuál decidió anestesiarme primero antes de encontrarme otra inhallable vena.
Para quienes no hayan sido dormidos jamás con gas, les digo: es inmundo. Tiene un olor espantoso. Tres o cuatro veces les dije, sáquenme esto que me ahogo y tiene un olor insoportable. Obviamente a la quinta, ya estaba en brazos de Morfeo sin verle la cara.
Las dos horas subsiguientes estuve literalmente en el limbo, en donde uno no se acuerda de nada, porque para eso es el limbo.
Después, una vez en la habitación, mandé a callar a medio mundo. No me hablen que estoy anestesiada, decía la mina entre dientes.
Te vienen las ganas de hacer pis, pero a vos te quedó my grabado en el subconsciente que no podés mearte en la cama porque ya sos grande. Así que te traen una chata, y por más que intentes, no podés pishar acostada. Es como traicionar a toda la psicopedagodía, y pedís a gritos "sacáme esta porquería y traéme un inodoro a la cama". No hay, te dicen. Así que con tres agujeros en la panza, te incorporás como podés y vas al baño.
A la noche, viene una enfermera con cara de vinagre, que te dice que te van a tener que cambiar de brazo el suero porque se te infiltró la vía. Y ahí llega. Ataque de pánico. "No me vas a encontrar las venas. Tengo unas venas de mierda. Dejáme la vía infiltrada que me la banco y no digo nada. Sacame todo que me quiero ir. Llámen a mi médico. Se me entumeció todo el cuerpo. No siento nada. Estoy teniendo un ACV. Es mi papá que me llama! Ahora entiendo lo que se siente al morir! Me estoy muriendo! Llévenme a casa!
Acto seguido, mascarilla de oxígeno, tranquilizante, sublingual y antihipertensivo, más la doctora de guardia que me decía: respire profundo, y exhale por la boca.-Ya sé, le decía yo. Yo sé respirar!!Pero vos no entendés que me estoy muriendo! Quedate acá y no me sueltes la mano!- Tengo otros pacientes que están mal y me necesitan. -¡A mí qué me importa! Vos no te vas!
Bueno, no me morí, si no, estaría escribiendo del más allá y menudo susto para ustedes.
Y henos aquí. A mí, a mi otro yo, y ahora a los fantasmas de mis trompas de Falopio, que deben andar falopeadas en un mundo mejor.
Hay un sólo pedido en este día. Quiero no tener que entrar más a un sanatorio.




sábado, 17 de mayo de 2014

La venganza del mamut

Parece que toda la prehistoria cree que soy la culpable de su extinción.
En cuestión de horas, los mamuts, los tiranosaurios,  coritosaurios, apatosaurios e iguanodontes, han meado, cagado y escupido sobre mi cabeza. Ni que hablar del hombre de Neanderthal o el tipo de Cro-Magnon, que suponen que gracias a mí, se les acabó la joda, y vinieron todos juntos a reclamármelo.
Ya decía yo que mi vida no podía estar tan encaminada y tranquila. Algo tenía que pasar para que el equilibrio de la naturaleza volviese a su cauce natural, o sea, el caos.
A un mes de viajar, a un par de órganos reproductores que no sirvieron nunca para un carajo, se les ocurre que es hora de laburar. ¿Quién se los pidió? Nadie. O por lo menos yo no. Cuando había útero se hacían los boludos, ahora que no hay, les agarra la pasión por el movimiento.
Y bueno…lo más probable es que haya que repatriarlos al universo de los Gremlins.
Veamos cómo sería, si esto fuese un culebrón centroamericano. La pobre niña María Elizabeth de todos los Santos Inmaculados, yace en la camilla de un hospital y el médico le da la noticia. "Mira María Elizabeth de todos los Santos Inmaculados, tengo una mala noticia que darte"-"Digame doctorcito"-"El hijo que llevas en las entrañas, no es tu hijo. Es el hermano del tío del primo del suegro de tu cuñado".-"Oh, dios mío doctorcito, dígame qué hago, porque el niño puede convertirse en el próximo anticristo!!""Muchacha (más quisiera que le digan muchacha), esto va más allá de mis conocimientos científicos. Creo que sería mejor extirpar al monstruo que llevas dentro"-"Hágalo doctorcito, hágalo!!"
Vamos a pantalla oscura. Vuelve. -"María Elizabeth de todos los Santos Inmaculados, debo decirte algo. El supuesto niño que llevabas dentro, era en realidad una pelota de tenis, enclavada en tu ovario, que te tragaste luego del saque de Federer en Wimbledon".-"¡Gracias doctor! De ahora en más, cuando vea un partido, cerraré la boca!" Fin.
Lo dicho alguna vez, ¿a quién habré jodido tanto en mi vida anterior, que me lo hace pagar en esta?
Quiero una anestesia para el alma, que parece no descansar nunca.
Quiero un sanatorio para mi sola, en lo posible con sala psiquiátrica intercomunicada. Una vida nueva cada día, y un día por cada vida.
Quiero a mi única neurona viva, más despierta y menos desconcentrada. Quiero una infinidad de ideas correlacionadas, que formen una sola expresión maravillosa.
Quiero la tinta en el tintero, la pluma en el ave, y mi imaginación rodando por el mundo.
Quiero una razón para no razonar más, y poder descansar en el interior del caparazón de una tortuga. Pero, no quiero terminar siendo sopa de tortuga, ni hebilla de carey.
Sigo queriendo a George por más que él quiera a otra, porque si dejara de quererlo dejaría de quererme a mí misma.
Quiero que alguna vez, mis textos tengan sentido. Que empiecen por la hache y no terminen con una q.

sábado, 10 de mayo de 2014

Tragedia con G de George

Esto es el acabose. Se pudrióse todo se pudrióse. Hoy leí online, que George Clooney se comprometió para casarse.
No conmigo, con una flaca inmunda, y demasiado jóven, que seguramente lo hará muy feliz un ratito, y muy infeliz el resto de su vida. ¿Cómo lo sé? Simple, porque no soy yo.
Nosotros teníamos un pacto implícito, en el que me esperaba hasta que nos conociéramos circunstancialmente en algún lugar del mundo.
Pero como buen hombre, el tipo me cagó. No tuvo paciencia para dar vueltas por el planeta y mirar en cada esquina, a ver si me veía. Yo sigo sacándome pasajes y gastando guita, y el muy turro, decide que ya es hora de sentar cabeza en otro lado, porque el tiempo le corre y se está poniendo viejo. Seguramente es sólo por eso. No creo que se haya enamorado. Eso sólo le podía pasar con esta servidora, o sea, conmigo. Estábamos destinados el uno para el otro, hasta que se cruzó la yegua esa y como el hombre es débil y la carne tira…Un tarado resultó nomás, porque si quería carne, ¿qué mejor que una vaca argentina? Él se la pierde.
Y bueno…habrá que hacerse a la idea y preparar el vestido de fiesta para el casorio.
Así que ahí vamos, todos y todas a caerle de sopetón en la casita de Como. ¿Vos querías fiesta George?
Yo aporto el souvenir para las damas: Alplax , Rivotril y cuatrocientos supositorios de Nespresso para que las chicas te sientan más cerca.
Ya que el señorito se casa, vamos por los pedidos. Quiero un hermano mellizo de Georgie o en su defecto un muñeco inflable con su cara.
Quiero formar parte del cortejo de damas de honor, y sacarme el anillo de la torta o agarrar el ramo de novia, siempre y cuándo no sea una corona de espinas.
Quiero el Monte Olimpo para creérme una diosa aunque sea por un rato. Quiero ser Afrodita y tener miles de amantes. Quiero ser Poseidón y construirme una mansión en la Atlántida, sacando las algas marinas porque me dan acidez.
Quiero tener más pólvora y menos cartuchos mojados. Quiero la Victoria de Samotracia en la puerta de mi casa y la tumba de Ramsés para descansar en los recreos de la vida.
Quiero un corazón de hierro para que ante los golpes descarnados no se rompa como un cristal. Quiero las zapatillas de la Cenicienta, pero no quiero andar limpiando mugres ajenas.
Quiero el oásis de un par de ojos al desierto del alma.
Quiero que mi otro yo se multiplique, porque con uno ya me estoy aburriendo. Quiero la amistad del otro yo de mi otro yo, para jugarle al ahorcado y ver quién gana. Con el primero vamos 789 a 0, a su favor.
Quiero desatar los nudos que tengo en la garganta y provocar un tsunami de palabras. Porque si ya te parecía mucho lo que hablo, no sabés de lo que soy capaz si aclaro la gola.
Quiero un mundo de sensaciones, un mundo de vibraciones, pero no para regalártelo. Sólo lo quiero para que mañana no me eches en cara tu monotonía.
Quiero el Infierno del Dante y Alicia en el País de las Maravillas, que vendría a ser lo mismo.
Quiero tentar al Diablo y pelearle palmo a palmo el lugar que me merezco.
Quiero ser George Washington, George Sand, George Orwell, George Harrison y George Michael. O sea, quiero todo para seguir queriendo a George.




domingo, 4 de mayo de 2014

Nervocalm on the rocks, please.

Como soy mujer de una sola palabra dije que no sabía si volvía y acá estoy. Me cuesta dejar de querer y más me cuesta dejar de escribir, o eso parece.
No es que ande queriendo mucho, ni esté queriendo poco, sino que queriendo lo que buscaba, encontré lo que no quería.
No quiero ver boxeo pero lo estoy viendo. Vamos por el Box para Todos y Todas. Ahora entiendo lo que es que te sienten de culo de un cross. La próxima vez que me lo griten en la calle, por las dudas me pongo la placa antibruxismo que me hizo el dentista.
Es de masoquista lo mío. Detesto el box, ni siquiera lo considero un deporte, apenas una brutalidad legalizada por el comercio y aquí estoy, escuchando y pispeando la pelea, mientras escribo.
¡Vamos Chino Maidana carajo! me veo gritando, como una energúmena en el pasillo que da a mi dormitorio. Me tapo los ojos si alguno le da al otro una piña que lo hace tambalear, pero acá sigo, como mosca a la mierda. Le sobrevuelo y no me animo a apagar la puta tele.
Ahora prosigo con los quiero. Quiero que Osvaldo Príncipi deje de relatar como si fuera el fin del mundo. Quiero que se haga ver por un foniatra porque no da con los agudos ni con los graves. Tiene un tono monocorde que lastima el oído interno del oyente y el externo de cualquiera.
Quiero a Cristina y a Amado arriba del ring, y ahí te quiero ver quién querés que gane. Probablemente un knock out técnico de ambas partes sería lo conveniente.
Como si tuviésemos poco con el fútbol, ahora enloquecimos con el box. Porque nosotros, los argentinos, te vemos e hinchamos todo. Desde Bonavena y Monzón, hasta Maravilla Martínez (mi compañero de viajes en Iberia) y el Chino Maidana ahora. Sin olvidarnos que por obra y gracia de Ginóbili somos todos basquetbolistas, y por Juan Martín del Potro y Gaby Sabatini, todos tenistas. Porque eso sí, para gritar pelotudeces en la hichada e inventar cantitos graciosos somos todos argentinos campeones mundiales del alpedismo y del racismo.
Quiero no encontrarme a mí misma gritandole al televisor "¡dale flaco, cubrite la cara hermano!" porque en realidad no tengo idea si va ganando o perdiendo y ODIO el box!!
Sigo queriendo que Príncipi se calle, y aún así no apago el televisor.
Quiero que después de esto tampoco venga el pastor evangelista brasileño, porque ahí sí que te rompo todo.
Vamos a ir queriendo cosas que me bajen un poco la presión porque de seguir así, termino como Karen Quinlan, diez años en coma.
Omm, omm, más pastilla para los nervios. Nervocalm diría Mafalda. Yo, sigo con el Aplax. De a poco me voy tranquilizando, sin necesidad de hacer meditación. Con la medicación es suficiente.
Así, ya más calmada, puedo querer cosas más lindas.Quiero un cuello nuevo porque el mío tiene las vértebras hechas puré. Quiero puré de papas, que no puedo por la dieta. Quiero una dieta que me deje comer lo que quiera y mágicamente bajar de peso, con sólo desearlo.
Quiero una salud de hierro y no un hierro sobre mi salud. Quiero perder las mañas pero no el pelo. Quiero la verdad de los hechos y no los deshechos de la verdad.
Sigo queriendo la honestidad a rajatabla, antes que la mentira blanca que termina siendo negra inevitablemente.
Quiero el mercado de flores de Zürich y el mercado negro de diamantes. Quiero ser Marilyn por un día y Elizabeth el resto de la semana. Quiero un hombre compuesto y no uno descompuesto que me cague la vida.
Quiero que Jeremy Irons me actúe, que Barry White resucite y me cante algo, que Charles Atlas me entrene, que Jimmy Choo me haga los zapatos y Elie Saab los vestidos. Y por supuesto, para que no falte ni sobre, y tampoco lo extrañen, quiero a George Clooney para mí sola.