La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…y a mí las sorpresas ya me tienen un poco podrida.
Hemos parido la trompa del mamut en cuestión de horas. Internación de urgencia en pleno paro de médicos de prepagas. Genial! No podía pedir un día mejor para operarme! Todo el mundo con cara de orto!! Pero así lo dispuso el de arriba, y ante la duda de una posible cancelación de mi próximo viaje, más valía arriesgarse al malhumor galeno.
Por suerte no fue nada grave y los tres agujeros que me hicieron en la panza, podríamos decir que valieron la pena para quedarme tranquila de que no voy a morir próximamente, por lo menos no de esto.
Por supuesto, siendo yo quién soy, al entrar al quirófano pedí irme. Ante la negativa médica y su insistencia de que estábamos en una fiesta y pronto vendría la bandejeada de calentitos, decidí quedarme. No sin antes volver a indicarle al anestesiólogo en qué brazo me tenían que poner la vía.
Se ve que el hombre era un poco más terco que yo, e hizo su primer intento fallido, haciéndome gritar, y sangrar a chorros, con lo cuál decidió anestesiarme primero antes de encontrarme otra inhallable vena.
Para quienes no hayan sido dormidos jamás con gas, les digo: es inmundo. Tiene un olor espantoso. Tres o cuatro veces les dije, sáquenme esto que me ahogo y tiene un olor insoportable. Obviamente a la quinta, ya estaba en brazos de Morfeo sin verle la cara.
Las dos horas subsiguientes estuve literalmente en el limbo, en donde uno no se acuerda de nada, porque para eso es el limbo.
Después, una vez en la habitación, mandé a callar a medio mundo. No me hablen que estoy anestesiada, decía la mina entre dientes.
Te vienen las ganas de hacer pis, pero a vos te quedó my grabado en el subconsciente que no podés mearte en la cama porque ya sos grande. Así que te traen una chata, y por más que intentes, no podés pishar acostada. Es como traicionar a toda la psicopedagodía, y pedís a gritos "sacáme esta porquería y traéme un inodoro a la cama". No hay, te dicen. Así que con tres agujeros en la panza, te incorporás como podés y vas al baño.
A la noche, viene una enfermera con cara de vinagre, que te dice que te van a tener que cambiar de brazo el suero porque se te infiltró la vía. Y ahí llega. Ataque de pánico. "No me vas a encontrar las venas. Tengo unas venas de mierda. Dejáme la vía infiltrada que me la banco y no digo nada. Sacame todo que me quiero ir. Llámen a mi médico. Se me entumeció todo el cuerpo. No siento nada. Estoy teniendo un ACV. Es mi papá que me llama! Ahora entiendo lo que se siente al morir! Me estoy muriendo! Llévenme a casa!
Acto seguido, mascarilla de oxígeno, tranquilizante, sublingual y antihipertensivo, más la doctora de guardia que me decía: respire profundo, y exhale por la boca.-Ya sé, le decía yo. Yo sé respirar!!Pero vos no entendés que me estoy muriendo! Quedate acá y no me sueltes la mano!- Tengo otros pacientes que están mal y me necesitan. -¡A mí qué me importa! Vos no te vas!
Bueno, no me morí, si no, estaría escribiendo del más allá y menudo susto para ustedes.
Y henos aquí. A mí, a mi otro yo, y ahora a los fantasmas de mis trompas de Falopio, que deben andar falopeadas en un mundo mejor.
Hay un sólo pedido en este día. Quiero no tener que entrar más a un sanatorio.
Hemos parido la trompa del mamut en cuestión de horas. Internación de urgencia en pleno paro de médicos de prepagas. Genial! No podía pedir un día mejor para operarme! Todo el mundo con cara de orto!! Pero así lo dispuso el de arriba, y ante la duda de una posible cancelación de mi próximo viaje, más valía arriesgarse al malhumor galeno.
Por suerte no fue nada grave y los tres agujeros que me hicieron en la panza, podríamos decir que valieron la pena para quedarme tranquila de que no voy a morir próximamente, por lo menos no de esto.
Por supuesto, siendo yo quién soy, al entrar al quirófano pedí irme. Ante la negativa médica y su insistencia de que estábamos en una fiesta y pronto vendría la bandejeada de calentitos, decidí quedarme. No sin antes volver a indicarle al anestesiólogo en qué brazo me tenían que poner la vía.
Se ve que el hombre era un poco más terco que yo, e hizo su primer intento fallido, haciéndome gritar, y sangrar a chorros, con lo cuál decidió anestesiarme primero antes de encontrarme otra inhallable vena.
Para quienes no hayan sido dormidos jamás con gas, les digo: es inmundo. Tiene un olor espantoso. Tres o cuatro veces les dije, sáquenme esto que me ahogo y tiene un olor insoportable. Obviamente a la quinta, ya estaba en brazos de Morfeo sin verle la cara.
Las dos horas subsiguientes estuve literalmente en el limbo, en donde uno no se acuerda de nada, porque para eso es el limbo.
Después, una vez en la habitación, mandé a callar a medio mundo. No me hablen que estoy anestesiada, decía la mina entre dientes.
Te vienen las ganas de hacer pis, pero a vos te quedó my grabado en el subconsciente que no podés mearte en la cama porque ya sos grande. Así que te traen una chata, y por más que intentes, no podés pishar acostada. Es como traicionar a toda la psicopedagodía, y pedís a gritos "sacáme esta porquería y traéme un inodoro a la cama". No hay, te dicen. Así que con tres agujeros en la panza, te incorporás como podés y vas al baño.
A la noche, viene una enfermera con cara de vinagre, que te dice que te van a tener que cambiar de brazo el suero porque se te infiltró la vía. Y ahí llega. Ataque de pánico. "No me vas a encontrar las venas. Tengo unas venas de mierda. Dejáme la vía infiltrada que me la banco y no digo nada. Sacame todo que me quiero ir. Llámen a mi médico. Se me entumeció todo el cuerpo. No siento nada. Estoy teniendo un ACV. Es mi papá que me llama! Ahora entiendo lo que se siente al morir! Me estoy muriendo! Llévenme a casa!
Acto seguido, mascarilla de oxígeno, tranquilizante, sublingual y antihipertensivo, más la doctora de guardia que me decía: respire profundo, y exhale por la boca.-Ya sé, le decía yo. Yo sé respirar!!Pero vos no entendés que me estoy muriendo! Quedate acá y no me sueltes la mano!- Tengo otros pacientes que están mal y me necesitan. -¡A mí qué me importa! Vos no te vas!
Bueno, no me morí, si no, estaría escribiendo del más allá y menudo susto para ustedes.
Y henos aquí. A mí, a mi otro yo, y ahora a los fantasmas de mis trompas de Falopio, que deben andar falopeadas en un mundo mejor.
Hay un sólo pedido en este día. Quiero no tener que entrar más a un sanatorio.