Me faltan cuatro días para cumplir cincuenta y ocho. Todo un número teniendo en cuenta que me niego a aceptarlo.
Fueron varias las veces que me preguntaron en estos días qué edad tengo y mi respuesta fue siempre la misma. Cuarenta y ocho. Y los miro...y automáticamente pienso ¿qué me pasa? ¿Estoy loca? ¿Tengo Alzheimer? ¿O me anda mal el espejo?
Admás quién carajo creería que tengo cuarenta y ocho...Hasta los viejos me dicen señora.
A mí me gustaría decirles ¿señora de quién? pero últimamente me da por no responder y directamente mandar a la mierda.
No quiero ni pensar en cuando cumpla sesenta y ocho porque probablemente salga con una bazuka a la calle.
Este que pasó, fue un año difícil para nosotras. No más mamá, no más Juramento, una inundación, una guerra y tres mudanzas.
Quizás no debería preguntarme porqué digo 48 sino cómo es que llegué a los 58.
Hablando de mudanzas...
Habitamos nuevo departamento definitivo. Bueno, definitivo por unos años, hasta que nos vuelva a agarrar la chiripiorca y nos mudemos nuevamente. No sabemos si será acá, en otro país o en otro planeta.
Lo que sí sabemos es que seguimos sin suerte con los vecinos.
Esta vez nos tocó un señor, asumimos mayor, que trae señoritas y hace lo que imaginamos, una película porno.
Ese nivel de gritos no son normales. O por lo menos no son normales fuera de una porno.
Golpes del respaldo contra la pared, aullidos, alaridos, gemidos y todos los idos que te plazcan. Después acaba él a la media hora, cuando el Viagra lo permite.
Una de dos, o garchan como dos seres humanos o invitan.
No, lo nuestro no es envidia, es vejez.
Otra cosa para quejarnos es el garage y sus habitantes. O mejor dicho sus habitantes. Punto.
Ya nos llevamos puesto un auto sin grandes consecuencias, apenas un raspón y tuvimos la amabilidad de avisar y hacer la denuncia. No hubiésemos dicho nada y nadie se hubiera dado cuenta y nos hubiéramos ahorrado treinta y cuatro mil mensajes de texto de la damnificada. Y menos tolerar a la horda de vecinos que se nos vinieron encima como si hubiésemos estrolado el Challenger con la maestra adentro.
Cuando compraste el departamento, querida, te olvidaste que en Punta del Este existe el verano, nos dirían lo que siempre saben todo.
Al grito de que se vayan todos que no quede ni uno solo, encaramos este nuevo cumpleaños.
Happy birthday to me.
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